Abstract

Esos movimientos de rebeldía que tenemos en la sangre nosotros los mexicanos surgen como ríos desbocanados en mis venas. Y como mi raza que cada en cuando deja caer esa esclavitud de obedecer, de callarse y aceptar, en mi está la rebeldía encimita de mi carne. Debajo de mi humillada mirade está una cara insolente lista para explotar. Me costó muy caro mi rebeldía—acalambrada con desvelos y dudas, sintiéndome inútil, estúpida e impotente.

Me entra una rabia cuando alguien—sea mi mamá, la Iglesia, la cultura de los anglos—me dice haz esto, haz eso sin considerar mis deseos.

Repele. Hable pa’ ’tras. Fuí muy hocicona. Era indiferente a muchos valores de mi cultura. No me deje de los hombres. No fuí buena ni obediente.

Pero he crecido. Ya no soló paso toda mi vida botando las costumbres y los valores de mi cultura que me traicionan. También recojo las costumbres que por el tiempo se han provado y las costumbres de respeto a las mujeres. But despite my growing intolerance, for this Chicana la guerra de independencia is a constant.

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