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  • Manuel Alcántara y la pasión poética del articulista
  • Teodoro León Gross (bio)

Manuel Alcántara es uno de los grandes articulistas literarios en un país en el que la literatura en la prensa tiene una larga tradición, favorecida por la ausencia de libertad en largos períodos de los siglos contemporáneos. En la tradición de Larra, Alarcón, Camba o Pla, el autor se ha caracterizado por la razón literaria en su obra. El humor es un rasgo sustancial, pero la característica predominante en su articulismo es la fuerte impronta de lo poético.

De hecho, el 'poeta articulista' no es una figura excepcional desde la generación del Semanario Patriótico en los primeros años del XIX hasta el siglo XXI, pero ninguno de los numerosos antecedentes llega a convertir el artículo en su género más característico, con una obra formidable que en cincuenta años ininterrumpidos supera los quince mil artículos. En 1958, cuando comienza a escribir columnas, era ya un nombre de cierto reconocimiento y una figura singular del 'Madrid bohemio'. Seis años antes, había iniciado su actividad literaria pública en los cafés literarios donde adquiere un temprano prestigio; y en este 1958 sería finalista del Premio Nacional de Poesía, que gana en 1962. En las últimas décadas, vinculado al grupo de prensa regional Correo/Vocento, se aleja de Madrid pero convirtiéndose en el articulista español de mayor audiencia y sobre todo se erige en un columnista de culto sobre el que recae un flujo constante de premios y homenajes.

Manuel Alcántara había nacido en Málaga treinta años antes de iniciarse como articulista, en 1928. Como 'niño de la guerra', se le despliega una infancia jalonada en escenarios de impresiones intensas. En estos años, hay tres impactos clave en su existencia: el descubrimiento de la poesía; la afición al boxeo en la vecindad de su casa, que contribuirá años más tarde a que se convierta en uno de los cronistas de mayor calidad en la tradición española; y el instinto rebelde, con inclinación a las tabernas, que traslada a la vocación literaria innegociable que determinará toda su vida. Tras examinarse de reválida en Granada, a los diecisiete años sigue a su padre a Madrid, donde abandona los estudios de Derecho y se coloca con él en una oficina de Renfe. Esos años difíciles de la posguerra tardía no le arredran al abandonar el empleo y dedicarse sólo a la literatura. La vocación se impone y entra en contacto con los ambientes literarios de los cafés, donde en apenas un trimestre se convierte en una figura habitual.

En los dos años posteriores, desde que contrae matrimonio en 1953 hasta el nacimiento de su única hija en 1955, se atenúa esa actividad aunque concurre a concursos literarios—los denominados 'juegos florales'- y se estrena con 'Alforjas [End Page 80] para la poesía', grupo de lecturas poéticas públicas, en el Teatro Lara. En 1956 gana el premio Antonio Machado de la revista Juventud, y publica su primer libro, Manera de silencio, merecedor del premio de la Crítica. Frecuenta de nuevo los ambientes literarios, los circuitos de lecturas, y comienza a colaborar en La Hora, donde firman los grandes intelectuales del momento, y allí popularizan a Alcántara como 'el penúltimo poeta bohemio del Madrid castizo'. En Juventud, editada en los talleres del periódico Arriba, comienza a publicar artículos en secciones tipo 'Nuestra columna' o 'Una vuelta por los tópicos'. El director de ese diario le tienta entonces para pasarse a sus páginas.

Cuando acaba de cumplir treinta años, Alcántara es finalista del Premio Nacional de Poesía con su segundo libro titulado Plaza Mayor, y se hace cargo de la columna 'Corazón del mundo', alternándose con otros dos autores. Durante estos primeros años, su articulismo aún tiene una elaboración literaria densa; aunque aún se...

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