Abstract

La comedia El Príncipe Don Carlos ha atraído la atención de críticos por su tema "político," la tirante relación jerárquica entre Felipe II y su desgraciado hijo. Además de esto, hemos notado con interés que en dicha comedia no figura en el reparto de los personajes un típico gracioso de la comedia sino un pícaro gracioso. La curiosa relación del Principe Don Carlos con este pícaro de cocina, llamado Tejoletas, será objeto de nuestro estudio. La filosofía que Tejoletas expone al Príncipe, no para escarmentar como el pícaro Guzmán sino para justificar su carnavalesca alegría de vivir, es opuesta al ambiente carcelario en que vivía Don Carlos. Al escucharlo, el Príncipe encuentra una válvula de escape, un renacer. Una vez vestido de limpio, el Príncipe le encuentra apropiado para servirle como criado en la desmitificación del Duque de Alba planeada por él, la Alteza, y apoyada por la Picaresca, que son Tejoletas y unos criados. Con un agudo instinto dramático Enciso incluyó en el reparto de los personajes a un disidente y desgarrado pícaro gracioso en vez de un típico gracioso. (EN)

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