The Eve of Spain: Myths of Origins in the History of Christian, Muslim, and Jewish Conflict (review)

La conocida hispanista Patricia Grieve, autora de importantes estudios sobre la prosa de ficción medieval castellana, acaba de publicar un libro que se sale de lo común, por ser un estudio general de un tema concreto a través del tiempo: la figura de la Cava y su papel en la pérdida de España por parte del rey Rodrigo desde la Edad Media hasta el presente. Se trata de un proyecto de estudios culturales extraordinariamente ambicioso, pero Grieve lo lleva a cabo con gran éxito, repasando con consistente agudeza la evolución de este tema durante los muchos siglos que separan la invasión árabe de la Península Ibérica y la época de Franco, en la cual se revive este mito. Su análisis del tema llega hasta el pasado más reciente, citando las declaraciones de Osama bin Laden y José María Aznar, quienes, con visiones opuestas, comparten la idea de que los problemas de España con el Islam se deben a la reconquista, que los musulmanes no aceptan, deseando recuperar el control de la Península Ibérica.

Grieve juega con la palabra inglesa "Eve," que significa tanto "Eva" como "víspera," llamando a la Cava la "Eva/víspera" de España, por el papel que se le atribuyó como causante de la caída de la Península Ibérica en manos de los musulmanes, caída que dio lugar a la reconquista y, con ella, a la formación de la identidad nacional. La idea de que la pérdida de España fue un castigo por haber abusado el rey Rodrigo de la Cava, hija del Conde don Julián, apareció por primera vez en una historia árabe del siglo IX. La Cava estuvo presente en las crónicas cristianas en calidad de víctima inocente durante toda la Edad Media para luego adoptar el papel de tentadora culpable a finales del siglo XV, cuando Pedro del Corral escribió la Crónica Sarracina.

En el transcurso de la Edad Media se desarrolló también el personaje de Pelayo, que es una especie de anti-Rodrigo. Si a Rodrigo le hunde la Cava, a Pelayo le ayuda la Virgen de Covadonga. Grieve indica que Enrique de Trastámara intentó legitimar su reinado a base de conectar con Pelayo y Covadonga. A tal fin, creó el título de príncipe de Asturias para su heredero. Con esto no sólo demostraba su oposición a los musulmanes, sino también a los judíos, protegidos por su desaparecido hermano Pedro. La victoria de Enrique sobre Pedro fue el principio del fin para los judíos, los cuales acabaron siendo expulsados por la Reina Católica en 1492, el mismo año de la derrota de los musulmanes en Granada. Si Pelayo era el anti-Rodrigo, Isabel era la anti-Cava. Parece que la Cava se demoniza en este momento precisamente para angelizar a la Reina Católica, restauradora de la supuesta pureza original de los visigodos.

Grieve señala que en la imaginación popular Isabel nunca perdió este aspecto de pureza, por lo que su figura, que se presentaba como una especie de Virgen María, fue usada por Franco con fines propagandísticos, tanto para reprimir a las jóvenes a través de organismos como la Sección Femenina, como para defender la idea de una España incontaminada. Uno de los aspectos más fascinantes de este libro es su análisis de los mitos franquistas derivados de ideas medievales. Por ejemplo, la creación de una asociación de jóvenes defensores del régimen llamados Pelayos sugiere una vuelta a aquellos orígenes míticos. De hecho, la propia ideología del catolicismo nacional se denominó "covadonguismo...