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Reviewed by:
  • Jorge Luis Borges: Ciencia y Filosofía
  • Claudio Canaparo
Alfonso De Toro (ed.), Jorge Luis Borges: Ciencia y Filosofía. Hildesheim: Georg Olms Verlag. 2007. 208 pp. ISBN 978-3-487-13483-3.

La proliferación de información y materiales acerca de un argumento académico – por ejemplo 'Borges' – hacen que las construcciones paratextuales e historiográficas constituyan el significado central de dicho argumento y no necesariamente, como algunos aún suponen, los escritores originales donde ese argumento se localizaba. Esta situación no debe ignorarse para con alguien como Borges quien, justamente, constituye entre otras cosas, como bien demostrara Annick Louis, un fenómeno historiográfico. Una teoría acerca de la autoría es indispensable para afrontar a 'Borges', para saber, digamos, a quién atribuimos qué.

Los trece escritos reunidos en este libro, como sucede en muchas selecciones y antolo-gías, son dispares en propósito y resultados, aunque, como sugiere el propio de Toro en la introducción, 'se dedican a investigar desde una perspectiva sistemática cómo es que Borges lee y escribe literariamente diversas teorías provenientes de las ciencias naturales y exactas y de la filosofía' (7). No es necesario, creo, indicar la extensa cantidad de trabajos dedicados a Borges en relación con la filosofía europea y la ciencia tradicional, sea por parte de autores latinoamericanos como europeos o norteamericanos. Sin embargo, es dable reconocer que, a diferencia de lo sucedido en otros casos editoriales, casi todos los autores que aquí presentan sus trabajos tienen en su [End Page 267] haber y expediente trabajos sobre/acerca de Borges.

En este contexto, si el libro compilado por Alfonso de Toro tenía como propósito diri-girse a una audiencia de críticos literarios y de estudiantes universitarios avanzados, el mismo cumple de manera digna con la tarea de presentar argumentos y temas. Mientras de Toro expone una especie de autobiografía académica con referencias a la historiografía borgeana (13–33), Perazzo exhibe un clásico análisis textual (35–64), tal como también hacen Waizbort (81–92) y Arana (93–102). Por otra parte, López-Farjeat (161–76), Zagal (177–86), Cruz (187–204), Mualem (103–16) y Álvarez Gómez (131–46) presentan a Borges como evento literario-historiográfico en la historia de la filosofía occidental – tal como ya es corriente desde los trabajos de autores europeos como U. Eco y F. Savater, por citar sólo dos ejemplos. Schenkel (65–80) presenta a Borges como un autor de metáforas y expone a las mismas en relación con la historia reciente de la biología. Los escritos de Boido (47–64), Mateos (117–30) y García de la Garza (147–60) son, a nuestro entender, los más centrados y mejor argumentados.

La ausencia de una teoría de la autoría tiene, como decíamos, sus riesgos. De Toro por ejemplo asegura que 'Borges es el primero en formular el concepto de rizoma y de hiper-texto' (30). Borges no hizo ni dijo nada eso, por el contrario, el sonido de las palabras 'rizoma' e 'hipertexto' hubieran desatado seguramente alguna broma o sarcasmo por su parte. Sin embargo, es verdad, que no poco críticos han referido directa o indirectamente el argumento. Pero entonces no es a 'Borges' sino a la historiografía que le circunda y construye como autor que tal cosa es atri-buible. La ausencia de clarificación en este sentido es producto de la falta conceptual antes indicada. Tal aproximación conceptual habría además permitido, por ejemplo, prestar menos atención a la historia de la filo-sofía europea y más al hecho que en la historiografía borgeana la voz filosofía aparece asociada a dos nociones: filosofía como forma de escritura y filosofía como argumento o contenido – tal es, por ejemplo, como con corrección lo sugiere Jorge J. E. Gracia cuando explora el lugar de Borges en relación con la cultura filosófica y científica Occidental.

Es necesario decir aquí que críticos y analistas obnubilados por la brillante...

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