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  • El viaje a la romería en la antigua lírica popular hispánica:A propósito del romance-villancico "Ventura sin alegría"
  • Magdalena Altamirano

La peregrinación a un lugar sagrado fue parte importante de la vida de los hombres y mujeres medievales. Su importancia como actividad religiosa y extrarreligiosa quedó plasmada en documentos y manifestaciones artísticas de la época. Que la literatura no fue la excepción lo confirman, entre otros ejemplos, el Arcipreste ofreciendo cantigas a la Virgen durante un viaje a Santa María del Vado en el Libro de buen amor, o el romero de Santiago engañado por el diablo y salvado por el apóstol en los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo. Las peregrinaciones también aparecen en los géneros orales, como la antigua lírica popular,1 donde el viaje a la romería [End Page 133] da lugar a un rico entramado de motivos y símbolos, algunos de los cuales podrían venir del romancero, como veremos a propósito de un texto híbrido de romance y canción, "Ventura sin alegría".

Todo parece indicar que el aprovechamiento de la romería en la lírica popular hispánica es muy antiguo. La abundancia de cantigas de amigo gallego-portuguesas con situaciones enmarcadas alrededor del santuario ha hecho pensar en la existencia de una tradición pretrovadoresca y quizá autóctona de cantares de romería (Asensio 29, 37).2 De esta tradición, que podría haber sido bastante fecunda a juzgar por el ejemplo de las cantigas de amigo, quedan unas cuantas huellas en las cancioncitas populares de origen medieval registradas tardíamente, entre los siglos XV a XVII. El Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica de Margit Frenk, fuente de las canciones líricas aquí analizadas, comprende más de 3.790 textos y versiones que merecieron entrada independiente (10-11). Dejando a un lado las 431 seguidillas y coplas tardías de los apéndices II-III (núms. 2267-2685), tenemos 3.359 cantares de probable origen antiguo, a los que habría que restar los 89 fragmentos del apéndice I (núms. 2203-2266), que arrojan un total de 3.270 composiciones. Las trece canciones que incluyen algún tipo de alusión a la romería representan un escaso 0,39% del total de cantares antiguos del Nuevo corpus, lo que nos lleva a preguntarnos el porqué de ese bajísimo porcentaje, sobre todo dada la recurrencia del motivo en las cantigas.

El interés que la cultura letrada del Renacimiento y el Posrenacimiento manifestó hacia la poesía popular propició el registro de muchísimas cancioncitas folclóricas y de un número considerable de romances viejos en un conjunto heterogéneo de obras (Frenk "Valoración"; Menéndez Pidal, Romancero hispánico 2: 3-202). [End Page 134] Gracias a ello, a las pocas muestras medievales que se conservan y al testimonio de la tradición oral moderna en el caso del romancero,3 podemos acceder a parte de lo que fue la poesía popular arcaica. El valor de los corpora que nos legaron las clases cultas de los siglos XV a XVII es indudable, pero no podemos negar las limitaciones y el carácter selectivo de ese legado. Nos consta, por ejemplo, que se privilegiaron dos moldes formales -el villancico y el romance dieciseisílabo, monórrimo y asonantado-, en detrimento de varios más que existían (Frenk, "Los romances-villancico" 621). Hay indicios suficientes para pensar que se censuraron temas como el del incesto,4 y que hubo desdén hacia otros menos escabrosos, como los de tipo rústico para el romancero (Menéndez Pidal, Romancero hispánico 2: 410-11). Es decir, sabemos que no se registraron por igual todas las variedades de canciones y romances que vivían en la época.

Es posible que hubiera más canciones de romería de las copiadas en las fuentes renacentistas y posrenacentistas y que muchas de estas canciones vinieran cantándose desde la Edad Media como parte de "una tradición com...

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