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  • Actos melancólicos: Formas de resistenciaen la posdictadura argentina
  • Luis Martín Cabrera
Actos melancólicos: Formas de resistencia en la posdictadura argentina. Beatriz Viterbo, 2007. Por Christian Gundermann.

El lector de Actos melancólicos podrá encontrarse muchas veces en desacuerdo con Christian Gundermann, pero lo que no podrá reprocharle es ni su valentía intelectual ni su honestidad a la hora de enfrentarse al debate de la memoria argentina. Este es pues un ensayo que no rehúye de tomar posiciones fuertes o controvertidas y que, por lo tanto, puede leerse contra el pensamiento más edulcorado de la posmodernidad, aquél que acepta el final de las ideologías y de la historia sin más cuestionamientos.

En primer lugar, Gundermann sitúa la transición a la democracia dentro de la dictadura, porque se trata, más que de una transición entre formas políticas, de una transición entre modelos económicos antagónicos que recurrió al terror de Estado para imponerse. Para Gundermann la verdadera transición es la que se da entre el capitalismo benefactor y proteccionista que instala el primer peronismo (1946-1955) y el modelo económico neoliberal que inicia Martínez de Hoz durante la última dictadura y que culmina con el vaciamiento del Estado durante el menemismo. La distinción es importante en la medida en que sitúa el problema de la memoria al margen de abstracciones culturalistas y lo inserta decididamente en el contexto de una critica materialista de la cultura.

En segundo lugar, Gundermann parte de la distinción freudiana entre duelo y melancolía para privilegiar claramente la melancolía como categoría de análisis. De acuerdo con Gundermann, las políticas del duelo, el imperativo categórico de enterrar a los muertos y, con ellos, la cultura de izquierdas de los años sesenta y setenta, es un intento de privatizar la catástrofe de la dictadura que, como tal, funciona en connivencia con el ideario neoliberal del fin de la historia. La melancolía, en cambio, es entendida en el libro como un rechazo obstinado a abandonar a los muertos y sus banderas y, por lo tanto, como el lugar de la resistencia misma a las políticas neoliberales del olvido.

Por otro lado, Gundermann tiene muy en cuenta que la figura de la desaparición hace imposible la labor del duelo y, de manera particularmente novedosa, extiende la noción de desaparición desde los cuerpos de los desaparecidos—privados de muerte—a la cultura militante de los años sesenta y setenta. Desde esta perspectiva, las prácticas de Las Madres de la Plaza de Mayo son entendidas como un acto puramente melancólico, ya que no sólo no aceptan la muerte de sus hijos desaparecidos (el final del duelo), sino que se identifican con ellos y los canibalizan hasta transformarse en ellos mismos y en su lucha. Las consignas de Las Madres "Aparición con vida" y "Nuestros hijos nos parieron en la lucha" (una identificación total con el objeto de la pérdida) refundan, según Gundermann, el imaginario de la izquierda a través de una praxis melancólica.

Esta aproximación teórica se construye—y este es uno de los aspectos más novedosos de este libro—a través de un diálogo y una [End Page 285] dialéctica incesante entre las teorías académicas de la melancolía (Butler, Freud, Abraham, Lacan,Virilio, etc.) y la teoría que emana de la praxis de organismos de derechos humanos tales como Las Madres de Plaza de Mayo o la agrupación H.I.J.O.S. Esta tensión le permite a Gundermann entender la melancolía como un tipo de trabajo que no inmoviliza al sujeto en la contemplación de su pérdida, sino que lo ayuda a resistir, porque funciona por desviación, como una parte constitutiva del sujeto, avanzando en círculos como las marchas de Las Madres alrededor de la Plaza de Mayo. La melancolía, entendida en este sentido, opera como un freno, como un trabajo desobrador que interrumpe la creciente aceleraci...

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