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  • ¿Cuál será el futuro de la publicación de revistas electrónicas en las humanidades?
  • Michael Papio

Con la ayuda de un pequeño grupo de colegas dedicados a la diseminación en acceso abierto de investigaciones sobre Boccaccio y la Italia del siglo XIV, fundé la revista electrónica Heliotropia en Brown University durante el verano del año 2003.1 Aunque nadie en el grupo tenía gran conocimiento sobre este tipo de publicaciones, cada uno de nosotros llevaba ya una década explorando las posibilidades que ofrecía la unión de la hipermedia y el estudio de Boccaccio.2 Con la ayuda del Scholarly Technology Group de Brown y una recepción muy entusiasmada tanto de estudiantes como de profesores en los Estados Unidos y otras partes del mundo, nos dimos cuenta de que una revista electrónica de acceso gratuito no sólo sería un recurso muy útil en general, sino que constituiría una substancial aportación a la comunidad de especialistas de Boccaccio. La verdad es que no anticipamos la rapidez con la que Heliotropia empezaría a cumplir sus expectativas. En el año 2004, la American Boccaccio [End Page 365] Association la aceptó como su revista oficial y desde su fundación Heliotropia ha visto quintuplicadas las visitas. Este éxito ha sido tan inesperado como gratificante. Sin embargo, aunque en los últimos años se han recopilado en varios estudios los datos relevantes a la publicación de revistas electrónicas (Dru Mogge; Ann Okerson), los italianistas han prestado muy poca atención a las posibilidades inherentes a las publicaciones electrónicas.3 El propósito de este artículo es presentar algunas de las principales preocupaciones relacionadas con las publicaciones electrónicas a los profesionales de las humanidades, quienes, aunque bien informados en sus respectivos campos, todavía no se han enfrentado a los desconcertantes desafíos que presentan las nuevas tecnologías.

Si en el año 1994 sólo existían unas 70 revistas electrónicas, en la actualidad hay varios cientos de miles. Según cifras del año 2000 del Directory of Scholarly Electronic Journals de la Association of Research Libraries (accesible como publicación electrónica hasta 2006 y luego eliminado del sitio de la ARL), había 2390 en biología, 1969 en ciencias sociales, 1139 en ciencias físicas, 963 dedicadas a la tecnología y sólo 520 publicadas en todas las disciplinas de las humanidades. Entre este último grupo sólo 101 se dedicaban al estudio de la literatura (cifras citadas en Zainab y Abrizah 3). Es obvio que las ciencias representan la vanguardia de la publicación electrónica, debido, en parte, a la naturaleza de esas disciplinas. Las ciencias, la tecnología y la medicina (CTM) son campos que típicamente dependen mucho más de las revistas que de monografías de investigación. Además, tanto la rapidez de las innovaciones como su obsolescencia es mucho más elevada en las ciencias que en las humanidades. La importancia de la investigación humanística, además, no disminuye tan rápidamente a lo largo del tiempo. En los estudios de Boccaccio, por ejemplo, no se verá una caída dramática en las citas de Vittore Branca. Si se tiene en cuenta esta característica de las revistas de humanidades, es casi imposible, por ejemplo, pagar los costes asociados con una revista electrónica de humanidades cobrando una cuota para acceder a la revista, proporcionando [End Page 366] después acceso gratuito a los archivos. En otras palabras, algunos de los paradigmas habituales en las ciencias no funcionarían –o no funcionarían tan eficazmente– en nuestro campo. Durante algún tiempo, los profesionales de las humanidades en general, y en las lenguas modernas más concretamente, han recibido muchísima información sobre la inminente crisis de la industria editorial e innumerables súplicas para que busquen nuevos modos de publicación fuera de la corriente dominante. La “Special Letter” de Stephen Greenblatt del 28 de mayo de 2002, pidiendo medidas de gran alcance para toda la cultura de publicación académica, ha...

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