Estética de la emergencia, and: Espectáculos de realidad: ensayo sobre la narrativa latinoamericana de las últimas dos décadas (review)

Si todo libro puede ser engañoso en una primera aproximación, hay algunos que no dejan de serlo a lo largo de sucesivas lecturas. No uso la palabra “engañoso” en un sentido moral; la uso para describir un proceso de pensar y leer que nos pone al desnudo frente al lenguaje. Hay libros que no dejan de tener el lenguaje como problema, cualquiera sea su objeto. Pero tampoco el lenguaje es su objeto. Se trata de un problema que está, precisamente, entre el lenguaje y su objeto. A este desafío nos enfrentan los libros de Reinaldo Laddaga, Estética de la emergencia y Espectáculos de realidad: ensayo sobre la narrativa latinoamericana de las últimas dos décadas.

Estética de la emergencia es tanto un comentario como una digresión. En la medida en que es ambas cosas, resulta impreciso hablar de su objeto. Laddaga, literalmente, comenta algunas experiencias del arte contemporáneo. Son experiencias, por lo tanto no son objetos fáciles de encontrar en archivos, bibliotecas, cinematecas. Algunas de ellas—casi todas—están en Internet, aunque algunas ya han dejado de estar activas. Estas experiencias producen preguntas: “No sabemos, verdaderamente, cómo hablar de proyectos como los que me interesa analizar: proyectos irreconocibles desde la perspectiva de las disciplinas—ni producciones de ‘arte visual’, ni de ‘música’, ni de ‘literatura’ . . .—que, sin embargo, se encuentran inequívocamente en su descendencia; producciones de las cuales es difícil decidir a qué tradición nacional o continental pertenecen—si se trata de arte ‘argentino’, ‘americano’, ‘francés’ . . .—y donde, sin embargo, se interroga la relación entre la producción de representaciones y de imágenes y las formas de la ciudadanía, solo que ahora en más de una lengua, en más de una tradición, en más de un sitio” (11). Proyectos como los de Liisa Roberts, Park Fiction, Venus, Wu Ming, La Comuna-París 1871 de Peter Watkins son los que generan una buena cantidad de argumentos de incertidumbre.

Son proyectos de artistas pero, a diferencia de las obras de la tradición moderna, todos ellos tienen una dimensión comunitaria (en el proyecto mismo y en la relación con un afuera del proyecto) que los hace objetos de una reflexión especial. Laddaga se propone, con este libro, hacer una “morfología” de esos proyectos. Pero se trata más bien de proyectos amorfos, que optan por derivas más que por formatos, que no tienen sino metas generales y caminos abiertos para la construcción de redes coyunturales, para aprovecharse del azar y de relaciones no previstas. Por eso dije que la forma del comentario y la digresión es la que parece connatural a este libro. Aquí también, como en algunos de los proyectos descritos, alguien le cuenta algo a alguien; se glosan, se comentan, se interrogan proyectos. Y el libro también tiene un carácter digresivo. No tanto por su estructura, sino por las derivas que van tomando tanto las extensas descripciones de esos proyectos como las preguntas y respuestas que se enuncian. La modernidad y los cambios en el arte moderno (“la certidumbre de que en el presente nos encontramos en una fase de cambio de cultura en las artes comparable, en su extensión y profundidad, a la transición que tenía lugar entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX”, [7]); el presente; las nuevas prácticas culturales; los nuevos sujetos y canales por los que circulan la cultura, las imágenes, los saberes; estos son los grandes temas que explora Laddaga. Pero...