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  • De la tropa al tropo:Colonialismo, escritura de guerra y enunciación metafórica en Diario de un testigo de la guerra de África
  • Nil Santiáñez

La guerra de Tetuán (1859–1860) significó el inicio de una nueva dirección del colonialismo español. Mientras el país asistía a la desintegración del escuálido imperio de Ultramar, surgió en la Península una mentalidad colonialista netamente moderna orientada al Magreb.1 En 1876 se fundó la Real Sociedad Geográfica de Madrid, desde la que se organizaron expediciones a diversas zonas del territorio marroquí, y ocho años más tarde, en 1884, se creó, a raíz del Congreso de Geografía Colonial y Mercantil celebrado en Madrid en 1883, la Sociedad Española de Africanistas y Colonialistas; desde esta asociación se instaba a la clase política y al gobierno a llevar adelante, por razones supuestamente regeneracionistas, una política de intervención en Marruecos, territorio en el que España había mantenido, desde finales del siglo XV, varias plazas costeras. No fueron éstas las únicas asociaciones geográficas interesadas en el norte de África: en 1877 se fundó la Asociación Española para la Exploración del África y, en 1885, la Sociedad de Africanistas [End Page 71] de Sevilla. La publicación de novelas como Los moros del Riff o el presidiario de Alhucemas (1856), de Pedro Mata, en cuyo prólogo el autor se anticipa a toda una generación de africanistas al sostener que el norte de Marruecos "nos pertenece" y que por ello "conquistar el Riff es justo" (Mata 3); la aparición de ensayos sobre Marruecos (v. g. Descripción histórica de Marruecos y breve reseña de sus dinastías, o apuntes para servir a la historia del Magreb, 1878, de Manuel Pablo Castellanos; El Imperio de Marruecos, 1879, de Manuel González Llana y Tirso Rodrigáñez; Expedición geográfico-militar al interior y costas de Marruecos, 1885, de Julio Cervera Baviera); los trabajos topográficos y cartográficos realizados por la Comisión del Estado Mayor del Ejército en Marruecos a partir de 1881; el desarrollo de los estudios árabes en la Universidad de Madrid entre 1843 y 1868 vis-à-vis la "misión civilizadora" de España (Rivière Gómez 19–105); el mudejarismo de la arquitectura peninsular desde finales de la época isabelina en adelante (Litvak, El jardín 30–34); y, por último, el exotismo orientalista en la literatura del cambio de siglo (Litvak, El jardín, passim) dieron forma a esta incipiente, vacilante pero duradera órbita africanista.

El presente trabajo explora uno de los textos fundacionales del africanismo español: Diario de un testigo de la guerra de África (1860), de Pedro Antonio de Alarcón. Publicado inicialmente por entregas por la casa editorial Gaspar Roig entre diciembre de 1859 y finales de marzo de 1860, este libro, basado en las experiencias y observaciones de su autor durante la guerra de Tetuán—popularmente conocida como "guerra de África"—y la ocupación de esa ciu-dad marroquí, logró un éxito enorme y supuso la consagración literaria de Alarcón.2 Cierto: Diario de un testigo de la guerra de África no fue la única obra escrita a raíz de este enfrentamiento militar; la declaración de guerra en octubre de 1859, la campaña militar y la entrada triunfal de las tropas expedicionarias en Tetuán el 6 de febrero de 1860 despertaron un inusitado furor patriótico y dieron pie a un sinfín de poemas (García Figueras 7–9; Lécuyer y Serrano 135–64; Palomo xxvii–xxxiii), piezas musicales (García Figueras 73–76; Palomo xxxv–xxxvi) y obras teatrales (García Figueras 66–72; Palomo xxxiii–xxxv), por no hablar de la amplia cobertura informativa, tanto escrita (Correa Ramón 86; García Figueras 33–39, 47–52; Lécuyer y [End Page 72] Serrano 35–92) como gráfica del conflicto (García Figueras 53–58; Ortega 361–94, Palomo lii, liv–lvi).3 Pero no es menos cierto que Diario de un testigo...

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