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MLN 115.2 (2000) 224-247



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La astronomía de la pasión:
espectadores y estrellas en El día que murió Marilyn de Terenci Moix

Jorge Marí


El influjo del cine afecta decisivamente a la experiencia personal de numerosos novelistas españoles cuya infancia y adolescencia transcurre bajo el franquismo y cuya obra literaria incluye el último tercio de siglo. Con frecuencia, esa experiencia juvenil se ha dejado notar profundamente en la obra de tales autores, hasta el punto de que la presencia del cine y otros elementos de la cultura popular y de masas constituye uno de los aspectos distintivos de la novela española de las últimas décadas. Escritores nacidos en los años veinte, como Carmen Martín Gaite, treinta, como Juan Marsé, cuarenta, como Terenci Moix, cincuenta, como Julio Llamazares o Antonio Muñoz Molina, por citar sólo algunos casos emblemáticos, convergen en su activa incorporación del cine como el referente constante de unas historias de infancia y adolescencia que incluyen etapas diversas de la posguerra. En línea con una de las tendencias de la novela española de los últimos treinta años--el relato intimista, en forma autobiográfica, caracterizado por el recuerdo de la educación infantil y adolescente, la toma de conciencia de la propia identidad, la pérdida de la inocencia (Ynduráin 351-52)--, los autores citados, entre otros, han reflexionado sobre unas vivencias espectatoriales que tienen mucho que ver no sólo con las suyas propias sino, en gran medida, con las de buena parte de sus lectores españoles.

Es cierto que la presencia del cine en la vida cotidiana española se remonta a los orígenes del propio cine, pero es en la posguerra civil [End Page 224] cuando se produce su desarrollo espectacular dentro de lo que José Carlos Mainer ha llamado los "circuitos infraculturales," los cuales abarcan, además del propio cine nacional y extranjero, los tebeos y novelas rosas y de aventuras, el cancionero popular, la radio y, finalmente, la televisión (Mainer 7). Entre todas estas manifestaciones "infraculturales" destaca poderosamente la presencia del cine de Hollywood. Ello no es sorprendente si tenemos en cuenta que las películas de los grandes estudios norteamericanos gozan durante toda la posguerra de un acceso privilegiado a las audiencias españolas y que ni el cine español ni ningún otro pueden compararse remotamente a aquél en su influencia social, económica e ideológica. Aún hoy, largamente superada en los Estados Unidos la época de los grandes estudios, y después de casi dos décadas de activa promoción política y financiera del cine nacional y europeo, las producciones norteamericanas siguen llenando el 80% de las carteleras españolas, y España es el quinto mercado mundial de películas made in Hollywood (Kinder 12). No es extraño, pues, que el cine norteamericano ocupe un lugar central en el cúmulo de experiencias, inquietudes y hasta obsesiones cinematográficas que se plasman en tantas novelas españolas contemporáneas.

Una novela de Terenci Moix publicada originalmente en 1970, El día que murió Marilyn, despliega una mirada retrospectiva que combina la indagación en la historia personal de sus narradores y personajes con el retrato general de la España de los años cuarenta y cincuenta. 1 En su proceso de reconstrucción y reinvención de una historia personal y colectiva, el relato de Moix utiliza el cine como referencia omnipresente. El contraste entre el elitismo de los cines de estreno y el bullicio popular de los de barrio, la (des)información de los reportajes del No-Do y las peculiaridades de las películas y las estrellas sirven para ilustrar las desigualdades sociales, las normas ideológicas, los mitos y las modas que conforman el paisaje cultural español de las dos primeras décadas del régimen franquista. Elemento integral de ese contexto, la experiencia cinematográfica, marcada por el signo de...

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