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  • La ficción de Saer: ¿una “antropología especulativa”? (Una lectura de El entenado)*
  • Gabriel Riera

En ese lugar sin nombre al que el nombre de pasado, de tan fácil pronunciación, parece cuadrar tan bien, sin que haya, sin embargo en el reverso de los sonidos que se expelen al proferirlo o de los rastros de tinta que se dejan al escribirlo, ninguna imagen precisa para representárselo.

Saer, Glosa

I

La reflexión sobre la literatura llevada a cabo por Juan José Saer aparece agrupada en una colección de ensayos bajo el sugerente título [End Page 368] Una literatura sin atributos. 1 En ella se articulan una serie de núcleos y problemas tales como la autonomía de la escritura, la crítica al realismo mágico y a la literatura del Boom y el cuestionamiento de los presupuestos culturales esencialistas que subyacen al concepto de “literatura Latinoamericana,” sobre todo, cuando el énfasis de diversos discursos críticos tiende a substantivizar el adjetivo, subordinando así la prioridad de lo literario. Dos intervenciones críticas de Saer, “El concepto de ficción” (1991), y “Zama: la obra de Di Benedetto entre la incomprensión y el olvido” (1986), no incluidos en dicha colección de ensayos, son reveladores de la teoría de la ficción de Saer. En el primero, en el cuadro de una polémica contra ciertas posiciones contemporáneas que subordinan la escritura de ficción a las demandas de una verdad doctrinaria o a las del mercado editorial, Saer trata de definir, aproximativamente, el concepto de ficción. La conclusión de “El concepto de ficción” propone la siguiente definición:

(...) no podemos ignorar que en las grandes ficciones de nuestro tiempo, y quizás de todos los tiempos, está presente ese entrecruzamiento crítico entre la verdad y la falsedad, esa tensión íntima y decisiva (...) como el orden central de todas ellas, a veces en tanto que tema explícito y a veces como fundamento implícito de su estructura. El fin de la ficción no es expedirse en ese conflicto sino hacer de él su materia. (...) A causa de su aspecto principalísimo del relato ficticio, y a causa también de sus intenciones, de su resolución práctica, de la posición singular de su autor entre los imperativos de un saber objectivo y las turbulencias de la subjetividad, podemos definir de un modo global la ficción como una antropología especulativa. Quizás—no me atrevo a afirmarlo—esta manera de concebirla podría neutralizar tantos reduccionismos que, a partir del siglo pasado, se obstinan en asediarla. Entendida así, la ficción sería capaz no de ignorarlos, sino de asimilarlos, incorporándolos a su propia esencia y despojándolos de sus pretensiones de absoluto. Pero el tema es arduo, y conviene dejarlo para otra vez. 2

La complejidad de la problemática, la prudencia o la reticencia de Saer, el campo de fuerzas condensado en la fórmula “antropología especulativa” con la que se intenta definir a la “ficción” nos fuerza a un desvío: ¿cómo leerla?, ¿dónde poner el énfasis?, ¿qué decir del concepto, de la figura del “hombre” de una “antropología,” que se dobla en el juego “especulativo”? y, sobre todo, ¿cómo dar cuenta de los efectos especulativos de la “especulación”? [End Page 369]

Me propondré, en lo que sigue, llevar a cabo una elucidación (no sin problematizar el tenor de la fórmula “antropología especulativa”), a partir de la lectura de un texto para el cual, o a partir del cual, dicha fórmula parece estar confeccionada: El entenado. Y, a tal punto, que podríamos arriesgar una suerte de equivalencia: El entenado 5 una “antropología especulativa,” es decir, “El entenado o el concepto de ficción como ‘antropología especulativa.’” No obstante y, al tratarse de una lectura que comienza sin saber qué entender por “antropología” y por “especulación,” menos aún por “antropología especulativa,” la fórmula no podrá constituir el marco de referencia capaz de contener y resolver (como si de...

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