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  • Poesía morisca (o de cómo el español se convirtió en lengua literaria del islam)
  • Miguel Ángel Vázquez

Víctimas de la persecución religiosa y forzados a convertirse al cristianismo, los moriscos (últimos musulmanes españoles) continuaron practicando el islam en secreto al tiempo que se dieron a la tarea de compilar su cultura en una literatura clandestina conocida como literatura aljamiada, compuesta en su mayor parte por textos escritos en romance hispánico pero transliterados con el alfabeto árabe.1 A raíz de la expulsión de 1609 un gran número de ellos emigró a Túnez y a otras zonas del norte de África donde se asentaron y desarrollaron comunidades que se distinguieron por su matizada españolidad.2 Corría el año 1715 cuando Joseph Morgan, cónsul británico en Túnez, escuchó, de seguro con oídos asombrados, poesía española recitada de memoria por los residentes del pueblo de Testur (Viguera Molíns 10; Ticknor 422). Se trataría tal vez de las zambras y leilas que sus antepasados, los moriscos, celebraron un siglo atrás en España a riesgo de su propia vida ya que les habían sido prohibidas (Fuente Cornejo, Poesía 93–99). Pero los versos [End Page 219] que Morgan escuchó, compuestos tal vez por Mohamad Rabadán o Ybrahim Taybili, fueron cantados en circunstancias muy diferentes de las que los moriscos tuvieron que vivir; aquellos habitantes de Testur las cantaban con el goce que da la total libertad de expresión. A más de 100 años de la expulsión masiva de los moriscos, sus descendientes todavía se aferraban al uso del español y recordaban con nostalgia idealizadora los siglos que sus antepasados habitaron la Península Ibérica.3 Muy atrás habían quedado las constantes luchas religiosas y culturales en que los moriscos se vieron involucrados.

Aunque ha corrido muchísima tinta sobre la literatura de los moriscos, su poesía específicamente ha sido menos estudiada (sólo cuatro libros y menos de una veintena de artículos se acercan a este tema).4 A veces, se ha tendido a tratar esa poesía como superficial, falta de originalidad o mera curiosidad (Ribera y Asín Palacios xxi). Sin embargo, podemos encontrar en la literatura morisca ejemplos de poesía original y bien escrita y, lo que es más importante, estos textos nos obligan a reflexionar sobre las implicaciones culturales de encontrar mano a mano con la poesía de Góngora y Quevedo, poesía española en alabanza a Alá y a Mahoma. Todavía después de casi un siglo de estudios sobre literatura morisca, con contadísimas excepciones, las clases de literatura obvian esta importante voz. Es posible pensar que esta marginación por partida doble que sufrieron los moriscos (i.e., marginación social por un lado y artística por el otro) responda precisamente a su carácter híbrido, tan ajeno a la idea homogénea de nación que se había formado de sí misma la España de la época premoderna. ¿Cuál es la definición de literatura española—y por extensión de lo español—de la que se parte para no darle espacio a la expresión literaria de los moriscos? ¿Acaso el hecho de haber sido escritos por musulmanes les niega la atención que se merecen? Sin embargo, el Sendebar, Calila e Dimna y el Conde Lucanor (todos textos debidos al Medio Oriente), se enseñan en los cursos de literatura española medieval. ¿Por qué no entonces los de los moriscos que pertenecen a la historia de la literatura española por derecho propio? [End Page 220]

Nuevos modelos teóricos, como los estudios culturales, nos están obligando a revalorar nuestro concepto de la época premoderna y a reflexionar sobre qué queremos decir cuando hablamos de "literatura española". Si atendemos al acervo literario morisco, nos damos cuenta de que sus propios textos nos ofrecen las bases para redefinir con mayor apertura nuestro concepto del tantas veces elusivo adjetivo "español...

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