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Don Quijote, Don Juan and Related Subjects: Form and Tradition in Spanish Literature, 1330-1630 Susquehanna University Press, 2004 By James A. Parr

James A. Parr es profesor de literatura española en la Universidad de California, Riverside, y fue presidente de la Cervantes Society of America desde 2004 hasta el año corriente. El profesor Parr es uno de esos hispanófilos que aparecen con alguna frecuencia en la intelectualidad norteamericana, capaces de moverse con la agilidad de cualquier enclaustrado investigador hispano por los caminos sembrados de abismos de la literatura española.

Con su reciente libro, Don Quijote, Don Juan and Related Subjects: Form and Tradition in Spanish Literature, 1330-1630 (Selinsgrove: Susquehanna University Press, 2004), dice apartarse del circuito de profesionales, por así decirlo, que se sienten mediatizados por determinadas modas académicas o para quienes la teoría literaria no es herramienta para la investigación, sino su propósito y fin mismo. Para Parr, todo estudioso que se case con teorías de moda en busca de mecanismos favorables a sus tesis, pecará no sólo de arbitrario, sino de doctrinario. El autor parece estar reaccionando a la conocida tendencia a la sobreinterpretación, tendencia cuyo caldo de cultivo ha sido la ideología oficial que se ha extendido por nuestra profesión en décadas recientes. Se me ocurre que el peligro de esta actitud, revolucionaria y peligrosa, es quedar sin domicilio conceptual fijo. Sin embargo, los beneficios saltan a la vista: la ideología académica oficial hoy desempeña un papel jaculatorio parecido al que hace una generación tenía la lista de logros del Movimiento Nacional en aulas españolas. Escaparse del destilado ideológico que segregan los estudios culturales, poscoloniales y de género—con sus cánones, pontificados e inquisiciones—es hoy la mejor manera de formar juicios de inconformismo intelectual. La aparente disposición de ánimo del autor es una de tantas que anuncian el comienzo de la decadencia, a causa de sus propios excesos, de la moda hiperinterpretativa que tan a menudo ha llevado a tantos investigadores a conclusiones ficticias. Dicha propensión se nota en estudios mucho más escépticos, basados casi con exclusividad en lo documentable y documentado; así, en el prefacio de su texto, Parr ofrece algunos juicios que casi podrían interpretarse como heraldos de esta bienvenida tendencia.

Un investigador que propone lo antedicho promete aportar valiosas y novedosas intuiciones y una especial sensibilidad hacia el objeto de su atención intelectual; promete, en fin, "hablar" inteligentemente de literatura. Hasta cierto punto y por un lado, Parr cumple con su promesa implícita, demostrando una fácil familiaridad con los textos que maneja, circunstancia que le permite hablar de ellos con perspectivas relativamente frescas. Por otro lado, sus largas e interesantes disquisiciones en relación con la teoría literaria en cierto sentido revelan su relación ambivalente con la "herramienta" de su profesión, aunque no desmantelan su argumento esencial. [End Page 301]

Ha dividido su libro en tres partes: 1. Don Quijote y la tradición narrativa; 2. Don Juan y el teatro clásico español; y 3. Tres períodos, tres clásicos. En la primera, Parr nos habla del arte de traducir e interpretar la obra maestra de Cervantes, haciendo hincapié en las traducciones más recientes y en algunas que han sido recientemente reeditadas. El autor aboga por el retorno a un nuevo formalismo que se enfoque en las técnicas narrativas, y muestra que en la praxis Don Quijote se anticipa a muchas de las ideas clave de la teoría contemporánea. Discurre metódicamente el autor sobre los marcos narrativos, porosos y peripatéticos, de la obra cervantina, así como sobre los conceptos de narración y "disnarración" y sobre sus propios conceptos de "supernarrador" y "supernarratee," éste último siendo algo así como un hiperlector. Explica Parr el concepto de "oralidad" y propone un retorno al humanismo, siguiendo los pasos de una nueva generación de escritores parisienses que han rechazado la filosofía del '69, con su estilo complicado, su negatividad y su proceder antirracional.

En cuanto al género del Quijote, Parr compara la obra maestra de Cervantes con Le Roman bourgeois (1666) de Antoine Furetière, llegando a la conclusión de que el texto de Cervantes tiene tono horaciano y estructura menipea, mientras que el de Furetière es esplenético y personalizado y, por lo tanto, juvenaliano.

La segunda parte comienza con una comparación de Don Quijote con Don Juan. A estos dos personajes se les estima como antípodas el uno del otro, si se consideran su edad, sus valores y comportamiento. Sin embargo, el autor encuentra en ellos una trayectoria común. Ambos personajes experimentan una separación trágica de su sociedad; al final se ofrece al lector la posibilidad de una reintegración cómica a esa misma sociedad. Fluye por las páginas de ambos textos un nuevo tipo de ironía, lo que el autor designa como ironía genérica. Por otro lado, Don Juan representa uno de los cuatro tipos de tragicomedia en la España del XVII.

Parr opina que es muy probable que el autor de El burlador de Sevilla fuera Tirso de Molina, dado que los que se inclinan por la paternidad de Claramonte no han dado pruebas fehacientes en defensa de sus tesis. Además, existe un canon legítimo para la comedia española del siglo XVII, y El burlador de Sevilla pertenece firmemente en su centro. Parr prosigue considerando el papel que han jugado las antologías en la creación de este canon en Norteamérica.

En la tercera parte se tratan tres clásicos anteriores al Quijote: el Libro de buen amor se estudia en términos de su "estructura profunda"; La Celestina en relación a la pintura contemporánea; y el Lazarillo como iniciador de la tradición picaresca, con su sátira retórica y referencial.

Parr concluye abogando por un nuevo método de periodización, menos ambiguo, con el cual se logre por fin dar al traste con los conceptos de "Renacimiento," "Barroco" y "Early Modern" (Principios de la modernidad) del discurso crítico. Con esto renueva el autor la antigua polémica en torno a este tema.

Nos hallamos, en fin, ante un libro importante que posiblemente invite a muchos a seguir indagando en las cuestiones que plantea. Parr ha probado el potencial analítico de su proceder, ajustado a lo documentable y basado en la razón prudente.

Alfonso J. García Osuna
The City University of New York

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