Conversacion con Rafael Pérez Estrada

Leer a Rafael Pérez Estrada es una aventura de los sentidos. Su escritura es una invitación a explorarlos de la mano de la imaginación, esa guía a la que le gusta disfrazarse y que conoce todos los mundos posibles e imposibles por experiencia y no de oídas. Los que frecuentamos sus textos acabamos transformándonos en exploradores, viajeros, contrabandistas: todos los países, todas las emociones, todos los animales, todas las plantas, todos los fenómenos atmosféricos, todos los personajes históricos o inventados, todos los libros, todo, absolutamente todo nos recorre y se deja recorrer, y se instala en nuestra piel redibujando los mapas inscritos en ella. Dependiendo de la importancia que cada cual le otorgue a esta actividad titánica suya, a unos les parecerá un demiurgo porque crea y a otros un peón caminero porque desbroza y allana. Sea lo que sea, Rafael Pérez Estrada es desmesurado: algo así como si la Naturaleza, esa gran fábrica de seres, pudiera escribir sus memorias, relatarse a sí misma, verterse en un manojo de hojas en blanco. Pero su desmesura es amable porque nos permite habitarla: un ciclón que nos arrasa sin desbaratarnos, una galerna que no nos hace naufragar pero que sitúa nuestro barco, lo que somos, en mares y archipiélagos ignotos. Es probablemente el mago mayor del reino literario, un encantador del sentido, un Merlín niño que se divirtiera cambiando todas las cosas de lugar.

Jesús.- La imaginación es la característica fundamental de tu poética. Siempre te he escuchado defender la que denominas la "poética o poesía de la imaginación". ¿Podrías decirme qué entiendes por imaginación?

Rafael.- No sé lo que es la imaginación. Bacon decía que es una facultad que está en la base de la poesía. Pero no todos los poemas son imaginativos, por consiguiente tampoco es exacto lo que dice Bacon. Ni lo que dicen los filósofos que han afirmado durante mucho tiempo que lo imaginal, lo imaginativo, es una facultad inferior. Creo que es un estado del espíritu que tiende especialmente a buscar el perfil distinto de las cosas y a sorprendernos.

J.- Te pido disculpas por haber comenzado de manera tan abrupta, pero me interesa que entre los dos delimitemos lo que es la imaginación ya que creo que nos servirá para saber, primero, dónde está tu poesía y, segundo, para distinguirla del resto de lo que se escribe hoy en día en España. Me gustaría saber, porque también lo dice Manuel Alvar, que me parece el mejor de tus críticos y el más atinado de tus comentaristas, que tú "acabas siendo un moralista, si es que no lo son todos los creadores de símbolos". Me gustaría saber si, en efecto, eres un moralista porque la creación de símbolos te obliga a serlo.

R.- Creo que la imaginación es virginal, es decir, no está tocada ni siquiera por un concepto ético. Son cosas diferentes. La imaginación es lo inexplicable, es lo virginal. También es el espacio donde nadie ha pisado. También es aquello que no se puede enseñar. La imaginación no está condicionada por una previa valoración de carácter ético ni de carácter moral.

J.- ¿El creador es, por tanto, irresponsable?

R.- No, eso es otra cosa. La imaginación incluso no tiene nada que ver con la creación. La imaginación puede obrar perfectamente en el vacío, es decir, en el no papel. Luego el creador, en el proceso de selección, elige el material. Y también lo imaginativo puede provocar y producir, valga la redundancia, imágenes carentes de interés literario, emocional. Digo interés literario porque se supone que la imaginación no tiene por qué actuar en la literatura exclusivamente, sino también en la pintura, en las artes, e incluso en la industria. Pero no creo que...