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Latin American Music Review 22.1 (2001) 63-82



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El Bien y el Mal:
música, alcohol y mujeres 1

Sergio Navarrete Pellicer


Entre los K'iche' Achi de Rabinal Baja Verapaz, Guatemala 2 , la música, el alcohol y las mujeres juegan un papel simbólico positivo como proveedoras del sustento y de la socialización. Al mismo tiempo juegan papeles negativos que se consideran la estructura misma del mal; como tal, ésta trilogía hace vulnerables a las personas--especialmente a los hombres--provocando la perdida de la "voluntad" (control). Esto a su vez conduce a una secuela de comportamientos transgresores y potencialmente peligrosos, que pueden llevar a la locura y la muerte. Individual o colectivamente los atributos simbólicos de la música, el alcohol y las mujeres son a la vez una afirmación de la vida y una amenaza de muerte.

Este artículo explora la historia de éstas ideas, comenzando con la perspectiva de las autoridades coloniales civiles y religiosas sobre las celebraciones en los pueblos indios en Guatemala. Éstas muestran un maniqueísmo católico en el cuál los intentos de prohibición de estas celebraciones, en las que los indios (y también mulatos y españoles) tocaban música, bailaban y tomaban dentro de un contexto religioso, se entendían como una lucha entre el bien y el mal. Las secciones segunda y tercera proporcionan evidencia contemporánea de la influencia de éstas ideas maniqueas en la perspectiva maya K'iche' Achi sobre la relación entre la música de marimba, el alcohol y las mujeres en su manera de entender y representar la socialización, el conflicto social y la dominación masculina.

Las fiestas religiosas y el mal

Durante el período colonial los misioneros españoles veían la conquista espiritual de los indios como una lucha en contra del demonio, a quien [End Page 63] ellos sentían conocer muy bien y a quien culpaban de engañar a los indígenas manteniéndolos en la oscuridad. El entusiasmo inicial de los misioneros franciscanos y dominicos en la Nueva España y en la Audiencia y Capitanía de Guatemala se evaporó cuando comenzaron a sospechar que los indios continuaban adorando a sus deidades. El éxito de los misioneros--el cual medían de acuerdo al número de bautizados y en forma mas duradera por la habilidad de los indios para aprender, actuar y disfrutar de las historias de los santos a través de la música, el canto y el teatro--era una ilusión. Tal vez las "conversiones" masivas de indios y su religiosidad provocaron en los misioneros una confianza excesiva en la inminente derrota del demonio y sus lacayos, tal vez sólo deseaban dar una buena impresión a la corona española sobre sus esfuerzos de evangelización y tener mayor influencia política ante las autoridades militares y civiles.

La copiosa cantidad de decretos eclesiásticos prohibiendo las celebraciones indígenas (Acuña 1975, 127-56) 3 da la impresión de una política intolerante y represiva en contra de estas celebraciones, sin embargo se ha afirmado (Cervantes 1994, 34) que en la práctica, las autoridades religiosas provinciales eran mas relajadas y tolerantes. Las autoridades religiosas se guiaban por el famoso dictum de Fray Bartolomé de las Casas que sostenía que los indios eran fundamentalmente buenos y su natural religiosidad los predisponía a adquirir la fé católica. Pero igualmente dudaban de la inteligencia de los indígenas y de su capacidad de ser piadosos. Actitudes paternalistas llevaron a los españoles a describir a los indios "como niños", concepto que aún prevalece entre los ladinos (no indígena, mestizo, o indígena que ha perdido su lengua y sus costumbres), que se refieren a los indígenas de un modo diminutivo como "inditos". Se consideraba que los indios eran inherentemente débiles y presa fácil para el demonio; la embriaguez indígena en sus fiestas numerosas era...

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