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  • Gloria Rolando: Revalorizando la Memoria a través de los Protagonistas de la Historia
  • Sarah Quesada

En julio del 2011 durante mi primera e inolvidable visita a la isla, tuve la oportunidad de conversar con Gloria Rolando (n. La Habana, 1953). Otorgándome la hospitalidad de su hogar, fueron horas de intelecto y conocimiento histórico que me concedió la documentalista y directora cubana. El material que presenta Gloria Rolando en su obra tiene un valor tan trascendental que ha recorrido países en festivales y conferencias, traspasando muros de discordias políticas. No obstante, su carrera como directora atestigua décadas de lucha por los derechos humanos: ésta única directora afro-cubana influyente actual le ha concedido voz a los marginalizados, una plataforma al subyugado, y ha proyectado a la pantalla el pasado ignorado u olvidado de Cuba.

Después de completar sus estudios en la Universidad de la Habana y habiendo comenzado a trabajar en el ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica), su primer proyecto consistió en el desarrollo del guión para el largometraje Tumba francesa (1977). Este consistió en el rescate histórico de la comunidad “francesa” o haitiana en Cuba. Interesada por temas de movimiento y retención de culturas afro-caribeñas, en su carrera de posgrado, Gloria se centró en temas de migración y de la esclavitud que plasmó en sus documentales. Oggún, por ejemplo, rescató la vida de Lázaro Ross, un espiritista y griot (cuentista) cubano. Este nos pasea por el mundo de los mitos y la tradiciones yoruba que han sobrevivido la esclavitud y los terrores de la plantación. Más tarde, Gloria se enfocó en la migración intra-caribeña. En 1996, realizó My foosteps en Baraguá rescatando la comunidad caribeña anglófona arribada a Cuba después de la época del Canal de Panamá. En el 2007 dirigió Pasajes del corazón y la memoria centrado en el desarrollo de la comunidad caimanera cubana. Estas comunidades “intracaribeñas” llegaron a ser fundamentales en la historia de Cuba en los años 20s–40s y más tarde en el cine latinoamericano, como lo explica aquí Gloria.

La cineasta cubana también recupera las tradiciones afrocubanas y entra en el universo carnavalesco, o bien la comparsa de barrios en El Alacrán (1999) y Los Marqueses de Atarés (2000). No obstante, su siguiente trabajo, 1912: Voces para un silencio, se acató a los problemas históricos y sociales de los primeros negros [End Page 187] libres de Cuba con su establecimiento del Partido Independiente de Color en 1908 y la subsecuente desdichada y violenta destrucción de la misma en 1912.

A medida que se establecía como destacada directora, trabajó con cineastas reconocidos, entre los cuales Rigoberto López, Sergio Giral y Rogelio París. La carrera de Gloria toca temas trascendentales de la comunidad afro-cubana, que fomentan una relación más estrecha entre los países del “Caribe.” Con una antecesora admirada como Sara Gómez, Gloria intenta recuperar la memoria y preservar la cultura en un terreno inicialmente dominado por hombres. Este diálogo pretende concederle a Gloria una plataforma más e invitar a los expertos a explorar sus imprescindibles documentales dedicados a la memoria transatlántica.

Gloria Rolando:

Yo empecé a trabajar en el mundo del cine y lo audiovisual en el ICAIC y en el año ‘76, cuando yo me gradúo en historia del arte. Yo no soy de una formación de escuela de cine, pero seguí la misma tradición que encontré en el instituto, que era trabajar y aprender cine al mismo tiempo. Ese aprendizaje tampoco era tan organizado: según el proyecto que te tocaba, sacabas el máximo provecho en ese proceso con un director y tema específico. Ni siquiera estaba tan consciente del aprendizaje, fue totalmente espontáneo y esa fue mi iniciación. Cuando empecé en el ‘76 en ICAIC, pensé en dirigir. El camino era tan largo que lo veía imposible. En esa época (hoy es diferente) había que ser asistente de dirección, A,B,C en largometraje...

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