Art and Social Movements: Cultural Politics in Mexico and Aztlán by Edward J. McCaughan (review)

Al analizar Art and Social Movement: Cultural Politics in Mexico and Aztlán, resulta algo anómala la demora de la publicación del texto de Edward J. McCaughan sobre las experiencias de las comunidades mexicanas que aborda (zapoteca en Oaxaca, urbana del Distrito Federal y mexicoamericana de California), máxime si especulamos que gran parte de la investigación y propuestas de McCaughan se hallaban sintetizadas hacía tiempo y que su acuciosa investigación pudo publicarse incluso con mucha mayor antelación. Ello habría propiciado ya un mayor debate y generado enfoques alternos o surgidos de esta lúcida y extensa investigación en beneficio de otras comunidades o experiencias comunes. En esencia, la escrupulosa investigación de McCaughan resalta por afincarse en fuentes originales, de investigación in situ, de entrevistas a numerosos artistas—algunos conocidos de antaño—y visita a múltiples espacios culturales en México y Estados Unidos; amén de la propia participación activa de McCaughan en la enseñanza universitaria, en presentaciones académicas, y su participación en protestas sociales de diferente índole en ambos países. Además, destaca en el estudio la originalidad de McCaughan por exponer como (imperceptiblemente) los artistas de las artes visuales han impactado en el reaccionar de los activistas sociales con muchísimo más crédito del que se les reconoce. Ha sido precisamente el discurso artístico-visual contestatario, desde las comunidades marginadas, el que ha instigado a los movimientos sociales para alterar el control que sobre ellas han ejercido las culturas políticas hegemónicas de México y Estados Unidos, en particular en la década de los sesenta pero hasta la de los noventa del siglo anterior.

Hay que reconocer que más allá de un estudio académico rígido e innovador, el de McCaughan es también uno de gran reflexión, de autocrítica personal pero, sobre todo, de reconocimiento a estas tres comunidades que (re)conoce de manera íntima y mucho más que como sujetos de estudio. Es esta coyuntura particular la que enriquece y justifica la demora de su publicación pues, además de académica, la suya es una cavilación y trayectoria personal paralela al devenir de las tres comunidades abordadas a las que lo une décadas de convivencia. En su análisis sobre comunidades indígenas de Oaxaca, urbanas en México, DF, y de minorías mexicoamericanas de California, Estados Unidos, McCaughan las dignifica y acredita acordemente al reconocerles su poder de autogestión, autocrítica, y generación contestataria con impacto a largo plazo que les garantizará mayor agencia y representación en las decisiones políticas culturales a ambos lados de la frontera al incursionar en espacios culturales y oficiales que les fueran vedados.

Las investigaciones de McCaughan, penetrantes de por sí, son respaldadas por diversas ilustraciones gráficas de los artistas aludidos que demuestran, además, no sólo la importancia de las artes visuales como expresión generada desde las tres comunidades estudiadas para concebir cambios; manifiestan también el activismo de la juventud en particular, pero también el de la mujer, el de la comunidad indígena y el de otros grupos marginales como agentes protagónicos de sus demandas. McCaughan expone, paralelamente, el uso atinado de la propaganda mediática e, interesantemente, la casi desconocida intercomunicación e influencias ideológicas entre algunos de los representantes de las tres distintas comunidades hacia objetivos comunes, en algunas instancias. Aunque también emergen conflictos internos e incluso confrontantes dentro y entre las distintas agrupaciones dependiendo el contexto cultural de cada una y el objetivo de su proyección estética, social y política. Aquí, McCaughan revela otra aportación clave al destacar que no toda manifestación, ni todos los actores de cambios...