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  • La hoguera de la violencia: El resplandor de la hoguera de Valle-Inclán
  • Amanda L. Petersen

Por todas partes advertía el resplandor, pero no hallaba en ninguna hoguera de lenguas de oro, sagrada como el fuego de un sacrificio.

El resplandor de la hoguera, Ramón del Valle-Inclán.

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EnEl resplandor de la hoguera, el título mismo alude implícitamente al leitmotiv principal de la obra: el fuego, el incendio y el humo, todos índices de la violencia inherente en la realidad narrada. La comunidad de esta realidad es una que ha sido desbaratada por los años de las guerras carlistas “que ensangrentaron el siglo XIX español” (Lloris 39).1 Publicada en el año 1909, es la segunda novela de la trilogía que Ramón del Valle-Inclán tituló La guerra carlista. Las tres novelas carecen de argumento común pero son “historias entrelazadas que van desarrollán-dose” (Gregori 63), las cuales han sido sujetas a numerosos estudios que examinan su base histórica (o falta de ella) y el debate acerca de la política carlista, tradicionalista y/o antimodernista del autor español.2 El [End Page 289] enfoque histórico-político no es sorprendente cuando se considera que la guerra carlista “es el acontecimiento cumbre del siglo XIX español. España vivió durante este siglo en continua guerra civil, sólo interrumpida por cortos períodos de paz superficial” (Elizalde 61). Pero la aparente tranquilidad sólo es “una delgada capa que cubre la ebullición interior que desgarra la vida de la nación” (Elizalde 61). Como es de esperar, la violencia de esta destrucción del espíritu de la nación se manifiesta en la trilogía. En este artículo, analizo la representación de dicha violencia en la segunda novela a través del mecanismo sacrificial, tal como lo ha teorizado René Girard.

La representación textual de la violencia en la trilogía ha sido principalmente desatendida por la crítica, siendo hasta la fecha orientada hacia el acercamiento histórico-político y estando preocupada con la posición política del escritor gallego presentada en la trilogía.3 Alfred Matilla, mientras examina la creación de un mundo primitivo en Las comedias bárbaras, hace referencia a la violencia como tema que es “el resultado de un proceso histórico-vital en estado de desintegración, roto” (306). El crítico considera que el tema de la violencia en las obras dramáticas funciona en relación con la clase social que encarnan los personajes nobles y que “lo que es violencia [...], es en Valle poesía, y más importante, es una visión idealizada, distorsionada por tanto, de la violencia” (307). La estrecha vinculación entre la trilogía de Las comedias y la de La guerra es evidenciada por la presencia de los mismos personajes de las obras dramáticas (el marqués de Bradomín, Cara de Plata, la Madre Abadesa Isabel, etcétera) en la trilogía carlista. La poetización de la violencia a la que se refiere Matilla es observada desde la primera novela de la trilogía, Los cruzados de la causa (1908). La narración se encauza en algunos personajes recogiendo dinero y armas para la causa y manifiesta un entusiasmo y una anticipación por la guerra. De esta manera, eleva e idealiza la violencia de un modo parecido a lo que refiere Matilla. La primera novela concluye con la decisión de Cara de Plata y la Madre Abadesa de participar en la guerra y con estos personajes que se inicia la siguiente novela.

La segunda narración, El resplandor de la hoguera que continúa indirectamente el relato de Los cruzados, muestra un cambio significativo [End Page 290] en la actitud hacia la violencia: “no es la [narración] imaginada desde lejos” (Speratti Piñero 327). Ya no es una visión únicamente idealizada por consiguiente. Parte del cambio es debido a la focalización: mientras que en Las comedias se centra en la decadencia de la nobleza de la sociedad...

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