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UN CUENTECILLO VUELTO ESCENA DE NOVELA: CASTILLEJO ENTRE CERVANTES Y LOPE DE VEGA FERNANDO RODRÍGUEZ MANSILLA UNA de las escenas que ha recibido más atención de parte de los comentaristas de Las fortunas de Diana (novela incluida en La Filomena , 1621), primera pieza de la colección de las Novelas a Marcia Leonarda , es aquella en que la protagonista, dispuesta a escapar con su amado Celio, lanza desde el balcón un cofre que contiene sus joyas pensando que lo está recibiendo el galán. Es cerca de la medianoche, Diana está preocupada porque Celio no llega para escapar juntos y se asoma al balcón que hay sobre la puerta de su casa. Entonces ve venir, gracias a la luz de la luna, a un hombre bien vestido, el cual intuye que es su amante. La escena continúa así: Pasó el hombre sin advertir en nada y ella, temerosa y ciega, le ceceó dos veces. Volvi ó el hombre el rostro y, viendo tan buena traza de mujer y en casa tan principal, acercose a ella sin hablarla, con miedo de lo que podía sucederle. Diana le dijo entonces: –¿Es ya hora? Y él respondió: –Cualquiera es buena. Entonces, sin advertir en su voz con la engañada imaginación de la que esperaba, le dio el cofre, diciendo: –Aguardad a la puerta. El hombre, conociendo que el recado no venía para él y que la mujer aguardaba a otro, ciego de la codicia, se fue huyendo, temeroso de que si ella se desengañaba daría voces. (125)1 1 Las citas de Las fortunas de Diana provienen de la edición de las Novelas a Marcia Leonarda a cargo de Antonio Carreño. 365 La tradición crítica en torno a Las fortunas de Diana desde inicios del siglo XX ha vinculado esta escena con otra semejante que proviene de La señora Cornelia de Cervantes. Don Juan, caballero vizcaíno que estudia en Bolonia, pasea de noche por una calle “que tenía portales sustentados en mármoles” (483) y escucha que le cecean desde una puerta. Entonces ocurre esto: La oscuridad de la noche y la que causaban los portales no le dejaban [a don Juan] atinar al ceceo. Detúvose un poco, estuvo atento y vio entreabrir una puerta. Llegose a ella, y oyó una voz baja que dijo: –¿Sois por ventura Fabio? Don Juan, por sí o por no, respondió: –Sí. –Pues, tomad –respondieron de dentro–, y ponedlo en cobro, y volved luego, que importa. Alargó la mano don Juan, y topó un bulto, y queriéndolo tomar, vio que eran menester las dos manos, y así le hubo de asir con entrambas. Y apenas se le dejaron en ellas, cuando le cerraron la puerta, y él se halló cargado en la calle y sin saber de qué. (484) Al instante, el vizcaíno escucha el llanto de una criatura recién nacida , a la que pone a salvo en su casa para luego retornar a la misma calle, pero la situación ha cambiado, pues se encuentra con una reyerta en la que está implicado el duque de Ferrara, uno de los personajes principales del conflicto que expone La señora Cornelia. Si bien la novela de Cervantes y la de Lope comparten un ingrediente de idealismo adoptado del modelo bizantino de Heliodoro, sus respectivos argumentos no poseen mayores vasos comunicantes que el que ofrecería esta escena en común. Ambos pasajes, en lo antiguo, se prestaron a una comparación en detrimento de Lope de Vega. Así, George Cirot es uno de los primeros (1926) en observar que cette casette remise étourdiment par l’héroïne [Diana], au moment de sa fuite, à un homme peu scrupuleux qui se trouvera être le capitaine du bateau sur lequel s’embarquera l’amant [Celio], rappelle d’ailleurs un peu trop le paquet vagissant remis par erreur à un honnête inconnu certain soir dans une des Novelas de Cervantes: La señora Cornelia. (323) El comentario le da pie para criticar la falta de verosimilitud de la novela lopesca, ya que se acumulan las coincidencias en torno...

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