Abstract

El espacio significa todo para los escritores. Las paredes que les abrazan o estrangulan, el medio ambiente libertador o siniestro, los lugares suelen marcar a los autores de un modo llamativo o invisible, pero siempre dejan una huella. Las computadoras ofrecen una manifestación extrema de este fenómeno artístico puesto que los escritores se encuentran en un sitio sumamente íntimo con respecto a su público; sus textos se comparten universal e instantáneamente desde la pantalla más aislada. Este descubrimiento gradual de los beneficios y peligros del espacio en la producción estética alcanza un enfoque claro en La novela perfecta (2006) de Carmen Boullosa. Al toparse con las tentaciones comerciales de una novela virtual y supuestamente “perfecta”, el narrador del texto de Boullosa (Vértiz) encuentra un espacio discursivo tenebroso y fascinante que carece de palabras. Sin embargo, este abrazo de un espectáculo virtual y textual resulta en una pérdida formidable de sujetividad artística; el “yo” que crea la novela tiene que convertirse en un “nosotros” creativo. Mi ensayo analiza la novela de Boullosa en términos de su exploración de este espacio artístico nuevo y, a la vez, las amenazas para la sujetividad estética que siguen a una eliminación “virtual” de la palabra escrita.

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