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  • Jorge Luis Borges, Traductor De “Die Verwandlung”(Fechas, textos, conjeturas)
  • Juan Fló

El 17 de noviembre de 1912 Kafka dirigió una carta a Felice en la que le cuenta que tiene que escribir una pequeña historia que se le ha ocurrido cuando estaba en su lecho, desolado, y que lo acosa desde su interior. El 18 de noviembre en una nueva carta le dice que es una historia en la que tiene un ansia sin límites de volcarse. El 24 de noviembre, en la misma correspondencia, le informa que es una historia con la que no está, en términos generales, descontento, pero que es asqueante de un modo ilimitado. En carta del 6–7 de diciembre le comunica que la historia está terminada pero no está feliz con el final que le ha dado (aunque no sabemos si es ese el que admitió como definitivo).1

Mucho tiempo después, en 1968, Canetti dirá en su agudo análisis de la correspondencia de Kafka con Felice, recién publicada en 1967, que La metamorfosis es una de las pocas obras maestras y perfectas de este siglo.2 Antes, en 1950, Edmund Wilson, en medio del naciente entusiasmo de la crítica norteamericana por la obra de Kafka, aventuró “a dissenting opinion” pero a pesar de todo considera La metamorfosis una de los más importantes textos de Kafka, a quien reconoce como el autor de algunos relatos “absolutely first-rate”.3

Escrita en unos veinte días, la realización de La metamorfosis no ocupó de manera exclusiva el tiempo de escritura de Kafka. Ese tiempo estuvo ocupado también por una correspondencia que refleja las obsesiones recurrentes de éste en relación con Felice. Una correspondencia que es más extensa que el relato. (He hecho el cálculo: llevadas a páginas de igual densidad de texto, con un formato en el cual La metamorfosis ocupara 100 páginas, la correspondencia con Felice de esos 18 días ocuparía unas 140 páginas.) Ese inmenso trabajo de escritura simultánea creo que incita a realizar, y permite suponer fructífera, una minuciosa colación de los dos textos. Quizá entonces pudiésemos ver mejor en qué medida la escritura está unida en Kafka a ciertas experiencias, acontecimientos y funciones, y en qué medida es un producto construido como algo autónomo. Y, a partir de allí, precisar la distancia que mantiene con el expresionismo y con la vanguardia en general.

En 1915 se publica La metamorfosis. El manuscrito había sido ofrecido a la revista Die neue Rundschau que lo aceptó para su publicación. Pero hubo dilaciones [End Page 93] y también la exigencia de que su autor redujera sensiblemente la extensión del relato y terminó siendo publicado primero en Die Weisen Blatter y en seguida, bajo forma de libro, a finales de ese año. (Aunque la tapa, con un dibujo más bien expresionista y de pathos muy poco kafkiano, indica el año 1916).4

En 1915 Borges hacía un año que estaba estudiando en el Collège de Genève, que fundara Calvino. Había llegado a Suiza con su familia en 1914 y permanecería allí con ella hasta 1919. En esos años es que ocurre el primer tramo de una intersección memorable entre dos obras y dos autores muy disímiles pero muy congeniales. Una obra como la de Kafka que muestra la impotencia de la racionalidad obsesiva (¿a pesar de ser obsesiva o por serlo?) y otra que se permite el desdén juvenil y pendenciero propio del talento. Una obra que sabe de la artesanía pero nunca de su uso lúdico e ignora la autorreferencialidad que caracteriza a las obras de la vanguardia en que el arte es el tema del arte. Otra obra que, si exceptuamos la poesía, es literatura hecha antes que nada a partir de la literatura, obra maestra de la ironía y la litote, que juega con las ideas, con las citas y también con las referencias falsamente documentales o biográficas.

Un autor que vive en un lugar del...

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