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UNA VISION DEL CINE CHILENO EN 1982 Filmando Los deseos concebidos CINE CHILENO: SETENTA Y OCHO AÑOS DE FILMACIONES DAVID VERA MEIGGS Cronológicamente, existiría una historia del cine chileno, pero si buceamos en los contenidos que encierra o en las formas que posee, el asunto comienza a perder sus nexos. Por un lado ha existido una gran cantidad de producción que ha derivado en su virtual desaparición algunos años después. Ha existido desde la peor realizaci ón ("la que no se hizo", según algunos), hasta la más acabada obra ("que pocos vieron", según otros). También las diferencias temáticas han sido notables. El antiguo asunto campero no tiene siquiera los sauces parecidos al paisaje de El chacal de Nahueltoro, otro tema de raíz campesina. Y es que en la forma de filmar no hay continuidad ni tradición. Existe sólo una sucesión de intentos agrupados por dos tendencias principales: el adoptar y el asumir. La primera cubre casi todo el desarrollo de nuestro cine, y llegó a la perfecci ón en la década del cuarenta, perfección del intento. La segunda tendencia busca aún perfeccionarse, a pesar de Chile la mayoría de las veces. Quizás la falta de continuidad, de ayuda estatal y de sistema profesional para hacer cine sea la más sólida tradición que ha tocado todas las épocas. La falta de dinero también. De imaginación ya no. Parece. Con estas desuniones y carencias difícilmente se puede construir un cuerpo vertebrado. A lo más, un conjunto de seres unicelulares desparramados en una superficie horizontal. Para despegarse del suelo necesita de una unión de las partes. Y eso no existe en el cine chileno. Tampoco en los cineastas. Pero hay eslabones que pretenden ayudar a la creación cinematográfica a erguirse. En las últimas dos décadas se nota una preocupación por lo hecho y lo futuro, pensamiento que ha permitido el diálogo creativo entre las obras de una época y la siguiente, solidificándose lentamente una base antes moldeable por cualquier mano, o mejor digamos pie. El fruto de estarelaciónhistóricaha sido el origen deuna escuela,pequeña y breve si se quiere, pero definitivamente no una secuela (como las anteriores), sino que un hecho decididamente claro: un cineastajoven reconoce la influencia de otro© 2006-2007 NUEVO TEXTO CRITICO Vol. XIX-XX No. 37-40 330________________________________________DAVID VERA MEIGGS cineasta chileno en su trabajo, y no se arrepiente ni lo oculta. Lo asume. Aquí ya está haciendo historia, recién a los setenta y ocho años de cine chileno. ¿Pero cuántos son frente a la historia del arte? Todo estáempezando quizás. Tal vez estos sean losprimeros signos vitales de un embrión. Tal vez el llanto de un recién nacido, o un llamado de atención del niño pidiendo su alimento. Sea lo que fuere, ahí hay vida y hay que nutrirla. Pero no de cualquier cosa. Parpadeos (1902-1924) Solamente ocho meses se demoró en llegar el "cinematógrafo" a Chile, desde que fuera estrenado en París por los hermanos Lumière. La distribución (cuya eficiencia resulta hoy difícil de imitar) intentaba adelantarse a los intereses comerciales de Edison, muy preocupado de extender su mercado fuera de EE.UU. "El Gran éxito de París" era comentado así en 1896: . ..Una distinguida concurrenciallenabaporcompletotodas las aposentadurías, cuyo número no bajaba de 300. En laparte posterior de laplatea (llamémosla así) se colocó unamáquinaeléctricadestinada a proyectar su luz en un telón blanco instalado delante de los espectadores. El funcionamientodel cinematógrafo no dejónada que desear. Las fotografías de movimiento aparecían en el telón con tan maravillosa perfección, que el espectador se imaginaba estar asistiendo a un acto real, positivo. Faltaba sólo el color a los cuadros para que la ilusión fuera completa. Aunque ingenuo, el comentarista estaba al tanto de lo que era la fotograf ía, y tenía cierta claridad entre lo real y su imagen representada: "...Era tal...

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