In lieu of an abstract, here is a brief excerpt of the content:

  • Juan e Idea, por Idea:Las verdades del mito
  • Idea Vilariño

Click for larger view
View full resolution

Onetti dedicó su novela Los adioses (1954) a Idea Vilariño, e Idea le dedicó a Onetti sus Poemas de amor (1957). Ese fue el comienzo de una de sus leyendas.

Yo tengo alguna carta, por ahí, en la que él se refiere a cuando nos conocimos. Me avisaron que estaba Onetti en Montevideo, y que teníamos que ir a verlo. Fuimos todos los de Número a conocerlo; todos menos Mario Benedetti. Yo no quería ir, por cuentos de Mario, de Angel Rama y de Juan Flo: para mí, Onetti era un individuo indeseable, horrible, cínico; con una cantidad de fallas como ser humano. Hay una carta en la que yo le digo cómo yo pensaba que era, y otra carta en la que él cuenta cómo creía que era yo: una gorda tropical, vestida de colores llamativos, y buscando hombres continuamente. De manera que cuando nos conocimos esa noche —te digo, fui con gran reticencia— yo me quedé sorprendida de él y él se quedó sorprendido de mí. En vez de encontrarse con aquella ninfa tropical se había encontrado con una mujer giocondiana, silenciosa, estilizada, que no tenía nada que ver con la imagen que se había hecho. Y esa misma noche, también, dice que estuvo todo el tiempo tratando de seducirme. Pero seducirme mostrándose inteligente… Entonces la conversación con la gente de Número fue muy linda. Y no me sedujo a mí; nos sedujo a todos. Quedamos encantados con su inteligencia, su capacidad. Su conversación nos gustó mucho, mucho.

Nos encontramos algunos días después, ya con Mario, y se repitió la misma historia. De manera que mi imagen de él fue esa imagen primera, digamos, ajena a lo que él era habitualmente. Después cambió. El se volvió a Buenos Aires, y estuvo [End Page 289] un año sin volver. Entonces la relación creció con las cartas. En aquel tiempo yo tenía otro compañero. Él [Onetti] me decía, "Hay una racha de mujeres lindas e incomprendidas, y cuanto más bruto es uno más genial lo creen…" De modo que él ya practicaba ese estilo de grosería… Conmigo tenía una franqueza terrible, hasta partirte el alma en dos, es decir, no ocultándote nada aunque te doliera o te matara. La nuestra fue una relación muy conflictiva. De todas maneras yo siempre pensé que era el último hombre del que debía haberme enamorado. El último… Hay algún poema que lo dice… Yo lo desaprobé mucho, lo eché de casa, rompí con él no sé cuántas veces… Dejé de llamarlo un año… Pasó de todo.

Y es por eso que él a veces dice que no sabe si yo lo quería, o cree que yo no lo quería. Fijate que eso que le dijo a María Esther [Gilio], que no sabe si yo lo quería, ni si él me amó, al final…, pero si él tenía alguna duda después de leer mis Poemas de amor, esos dos documentos que te mostré tenían que haberle quitado la menor duda. Yo no sé.1 Es como una coquetería. O esquemas. Una vez que nos enojamos terriblemente, por ese tipo de cosas, él me dijo: ¿Pero no te das cuenta que es por modestia? Que tú, pudiendo elegir entre hombres así y así y de otra manera, me hayas elegido a mí… Yo no puedo creerlo.

Aparte de que hasta hace más o menos un año y medio estuvimos intercambiando cartas, yo estuve en España hace dos años y pico, y volví hace un año, y no sé si te comenté que hicimos el amor. El se las arregló para que Dolly saliera. Dolly evidentemente sabía. Le oí la primera mentira que le haya oído en la vida. Dolly se aprontó para salir y dijo: "Yo hasta la seis no vuelvo". Después le pregunté a Onetti: "¿Qu...

pdf

Share