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  • Narrativas del descalabro: El sujeto migrante en dos novelas de Juan Carlos Méndez Guédez
  • Patricia Valladares-Ruiz

Soñé que volvía pero una vez allí tenía miedo y quería irme a cualquier otro lado.

Cristina Peri Rossi (22).

En el año 2007, el diario español El País publicó un reportaje sobre el auge de la emigración venezolana, donde se mencionaba que el número de venezolanos empadronados en España había aumentado de 9.482 (1999) a 52.178 (2006) (Gualdoni). Posteriormente en el mismo año, El País reseñaba que la llegada de inmigrantes venezolanos a Estados Unidos alcanzaba las cuotas del éxodo cubano de los años sesenta del siglo pasado (“La emigración”). Más recientemente, la revista estadounidense Newsweek estimaba en 2009 que más de un millón de venezolanos/as había emigrado desde el inicio del mandato presidencial de Hugo Chávez Frías en 1999 (“Brain Drain”).1 A pesar de la gran atención que los medios de comunicación nacionales e internacionales le han prestado a la emigración masiva, la literatura [End Page 385] ha sido una de las prácticas culturales que más se ha resistido a abordar este tema.2

Sin embargo, teniendo como telón de fondo el éxodo de la última década, recientemente han aparecido varios textos narrativos que abordan el tema de la emigración contemporánea. Tales son los casos de: El móvil del delito (2005) de Adriana Villanueva, Etiqueta Azul/Blue Label (2010) de Eduardo Sánchez Rugeles, La última vez (2007) de Héctor Bujanda, así como otros textos sobre desplazamientos y dislocaciones, como son los casos de Amargo y dulzón (2001) de Michaëlle Ascencio, Miedo, pudor y deleite de Federico Vegas y Bajo las hojas (2010) de Israel Centeno. No obstante, la representación de sujetos emigrantes en buena parte de los ejemplos mencionados constituyen temas secundarios. En un entorno social fracturado por tensiones ideológicas, socioeconómicas y raciales, el fenómeno migratorio se erige ya no sólo como una herramienta de transformación y—en el mejor de los casos—de superación personal. En contrapartida, en estos textos predomina la representación de la emigración como vía de escape de un contexto opresivo.

En esta línea destacan las novelas Una tarde con campanas (2004) y Tal vez la lluvia (2009) de Juan Carlos Méndez Guédez. En el primero de estos textos, asistimos a la llegada de una familia de inmigrantes venezolanos a Madrid y a la serie de negociaciones que emprenden estos personajes para hacer suyo un territorio ajeno. En la segunda novela, el autor propone un viaje en la dirección contraria. En este caso, el protagonista—después de vivir varios años en España—regresa a su país de origen. En este recorrido, nos topamos con el (re)descubrimiento y la difícil reconciliación de un espacio alterado por las nuevas dinámicas sociales, políticas y económicas.

En este ensayo propongo un análisis de la experiencia migratoria y la construcción de un territorio otro como lugar propicio para el cuestionamiento de las identidades nacionales y para la representación de las relaciones entre sujetos migrantes y sus entornos socioculturales (de origen y acogida). La lectura detenida de estas dos novelas de Méndez Guédez persigue el estudio de las tensiones vitales de sujetos escindidos por desplazamientos geográficos, culturales y afectivos. Planteo, así, una revisión de las prácticas sociopolíticas que delinean la imposibilidad de apropiarse (Una tarde con campanas) o de recuperar [End Page 386] (Tal vez la lluvia) territorios emocionales ahora transformados en no lugares.3 A tal fin, examino el extrañamiento a través de diferentes manifestaciones de desarraigo—particularmente las vinculadas a la emigración y el retorno—desde la perspectiva de las extranjerías situacionales. Para Néstor García Canclini, esta condición define a un extranjero “que no es sólo el que está lejos o del otro lado de la frontera, sino tambi...

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