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  • El desplazamiento del episodio de las arcas de arena en la Crónica de Castilla y la leyenda de los sobrinos del Cid
  • José Luis Montiel

El Cantar de mio Cid nos cuenta que Martín Antolínez es el único que se atreve en Burgos a contravenir la durísima orden de destierro del rey Alfonso VI, abasteciendo con lo suyo a la mesnada cidiana.1 La Versión amplificada o sanchina de la Estoria de España reproduce esa versión, pero la Crónica [End Page 87] de Castilla y la Crónica de 13442 sitúan la aparición de Martín Antolínez en Vivar durante la reunión de los parientes y amigos: “Estonce llamó el Cid a Martín Antolínez su sobrino, fijo de Fernando Díez su hermano; e salió con él aparte” (Viña 364).

Este cambio de situación provoca que el trato fraudulento de las arcas se produzca antes de la salida de Vivar en la CrCast y la Cr1344, y no después, como en el Cantar y en la Estoria de España que lo sigue fielmente. Hasta ahora la crítica no había ofrecido una explicación que tuviese en cuenta la lógica del relato. Alberto Montaner se limita a responsabilizar de los cambios a los cronistas, como había hecho parte de la crítica precedente: “Esta traslación se debe probablemente a los cronistas, puesto que no se aprecia ningún residuo de versificación y en cambio sí que se dan varias de las características apostillas con que los cronistas pretendían clarificar y afianzar el relato de sus fuentes” (561).3

El interés historiográfico por la verosimilitud de la narración hace preferible atribuir el desplazamiento del episodio a los cronistas antes que a los refundidores épicos. Me parece evidente que el nuevo parentesco de Martín Antolínez con el Cid es la causa de estas transformaciones. Existe, pues, una razón genealógica para el desplazamiento episódico, que además permite lograr un mejor efecto de verosimilitud. Para los cronistas tiene más sentido que el engaño de las arcas, en el que Martín Antolínez desempeña un papel clave, arranque de la reunión con los parientes en Vivar. En la versión de la CrCast la ayuda prestada al Cid por Martín Antolínez está motivada por lazos de parentesco, no por el interés económico o la obligación feudal [End Page 88] de un caballero burgalés que desafía heroicamente la prohibición regia.4 Los nuevos lazos de Martín Antolínez con el Cid figuran en una leyenda genealógica sobre los sobrinos del Cid recogida también en la CrCast. Así pues, la existencia previa de esa leyenda genealógica debe haber sido la causa del desplazamiento narrativo del episodio de las arcas de arena.

Al principio de la CrCast se cuenta el veraniego encuentro sexual de Diego Laínez, padre del Cid, con una villana, del que nace un hijo ilegítimo llamado Fernando Díaz, gemelo de otro que tiene la villana también con su marido. Para salvar la honra de Diego Laínez se dice que el himeneo ocurrió antes de casarse con doña Teresa Núñez, madre del Cid. Luego Fernando Díaz se casa con una hija de Antón Antolínez y tiene varios hijos, sobrinos del Campeador:

Et queremos que sepades por qual rrazon Diego Laynes, seyendo por casar, caualgo en dia de Santiago, que caya en el mes de jullio, et encontrose con vna villana que lleuaua de comer a su marido al era. Et trauo della, et yugo con ella por fuerça, et enpreñose luego de vn fijo. Et fuese para su marido, et yogo con ella, et empreñose de otro fijo. Pero dixo ella a su marido lo que le acaesçiera con el cauallero. Et quando vino al tienpo del encaesçimiento, nasçio primero el fijo del cauallero. Et bautizaronlo et pusieronle nombre Ferrando Dias. Et los que non saben la estoria...

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