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  • Los alemanes en el Táchira (siglos XIX-XX). Memorias de Heinrich Rode
  • Eligia Calderón-Trejo
Los alemanes en el Táchira (siglos XIX-XX). Memorias de Heinrich Rode. Prológo de Ramon J. Velazquez. San Cristóbal: Biblioteca de Autores y Temas Tachirences, 2009. xiv +343 pp. US$15.00. Apéndices. (ISBN 980-07-1422-7).

Se trata de una obra singular por su estructuración en dos partes diferenciadas. La primera corresponde propiamente a las Memorias de Heinrich Rode un alemán quien, con un tono autobiográfico devenido historia compilada en veintidós cortos capítulos u apartados, revela datos interesantes sobre el sistema de poblamiento producto del auge del café en los Andes venezolanos.

Las poco conocidas Memorias de Rode fueron escritas en alemán bajo el título Lebenserinnerungen, aufgezelchnet von Heinrich C. L Rode (Hamburgo 1917-1918), en 1985 fueron traducidas al castellano por Helga Nietzsche y Carlos Villanueva en una versión, igualmente, poco conocida. Con la reedición ampliada y corregida de 2009, tenemos información de Rode, quien llegó a Venezuela procedente de Hamburgo en 1880, radicándose en el estado de Táchira como socio y gerente de Van Dissel & Rode, firma con centros operativos en Maracaibo (emporio de los envíos de café a Europa y los Estados Unidos), San Cristóbal y Cúcuta, ciudades que configuraron un circuito económico activo en función del auge de la producción del café desde 1870, con predominio del capital alemán, que también tuvo cierto control de haciendas ubicadas en el Norte de Santander colombiano.

Los primeros tres capítulos de Rode están dedicados a sus recuerdos de Hamburgo y a la influencia paterna para una formación con orientación comercial. A partir del cuarto capítulo, comienzan sus andares y vivencias en tierras [End Page 213] venezolanas (1879-1880). Es particularmente sugestivo el recorrido desde Curazao a Maracaibo y, luego, un ajetreado transitar a Cúcuta entre piraguas, chalanas y caballos dan cuenta de las precarias condiciones del sistema de caminos y la comunicación en general para la época. Sabemos también de las condiciones de trabajo, del encuentro con otros alemanes ya radicados en la zona, las costumbres, epidemias, alianzas estratégicas y contactos en los cuales fortalece, igualmente, su unión matrimonial y el surgimiento de una familia de seis hijos, quienes tendrían una educación con sesgo marcadamente europeo.

Al interior de estos episodios con visos de historias de vida, sabemos también de la forma de trabajo de las firmas alemanas. Rode llegó como empleado y en 1890, por diversas circunstancias que se juntaron en ese tiempo, le tocaría dirigir la compañía. Una compañía que, según el recuento que realiza el propio Rode en el capítulo nueve, tuvo una historia en el país que se remontaba al año de 1852, con un desarrollo lleno de un sin fin de vicisitudes, algunas de las cuales coinciden con las ruinas en que quedaron muchas ciudades y pueblos a causa de los terremotos que azotaron la zona. Igualmente inquietante es el retrato de la empresa a finales del siglo XIX. Hacia 1893, los precios del café bajaron, los hacendados no pudieron cumplir con los compromisos y las compañías alemanas recibieron haciendas, lotes y parcelas como parte de los pagos. Rode sorteando dificultades y negociando con los inversionistas europeos, pudo salir a flote. Lo mismo que, cuando por causa de la revolución restauradora de Castro en 1899, la ciudad de San Cristóbal fue sitiada y los almacenes de la empresa fueron utilizados como cuartel con perdida de vidas y de importantes suministros. Lo cierto es que, en este enredo de historias y relatos, sabemos también que Cipriano Castro, quien llegaría a ocupar la dirección del país una vez consumada su revolución, había hecho un corto entrenamiento como vendedor en la firma Rode y corresponsal en Milos, Breuer y Cía. y, como consecuencia, el alemán puedo negociar los daños ocasionados los cuales fueron, en parte, reconocidos una vez Castro en...

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