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  • El Cancionero de la guerra:Retaguardias y represión
  • Juan Antonio de Urda Anguita

Cuando terminó la guerra civil, los vencedores dedicaron diferentes antologías a la poesía que sus intelectuales habían creado durante la contienda. Siendo prácticamente desconocida, una de las más interesantes es el Cancionero de la guerra, que fue publicada en 1939 con la edición de José Montero Alonso. Lo es no sólo por incluir textos de autores políticamente destacados del bando nacional junto a otros prestigiosos pero poco señalados por su vinculación a la causa franquista, como los hermanos Álvarez Quintero; también sobresale porque, como propone ya desde el “Preliminar”, tiene la voluntad de representar dos vertientes de la poesía nacional durante la guerra: la de los autores conservadores que componían sus versos desde la zona franquista y la de aquellos que pasaron, si no toda la guerra, al menos cierto tiempo en zona republicana. Debido a esa circunstancia, Montero Alonso sostiene que se trata de el “primer Cancionero completo de la guerra” (11).

Como esta antología es muy poco conocida, voy a comenzar analizando su contenido, estudiando ese equilibrio que Montero Alonso propone entre autores franquistas a ambos lados del frente. En cuanto a los que estuvieron al menos algún tiempo durante la guerra en zona republicana, se observa una especial relación de esta antología con el Madrid sitiado de la guerra, aunque sea un vínculo no declarado abiertamente. Como conclusión, examinaré cómo ese interés en la vida de la retaguarda republicana no es fortuito, sino totalmente oportuno porque forma parte del aparato ideológico que el franquismo puso en marcha al final de la contienda. [End Page 113]

Cancionero de la guerra

Dos fueron las antologías franquistas conocidas que se publicaron mientras tenía lugar la guerra civil. La más interesante es Lira Bélica, una edición a cargo de José Sanz y Díaz que apareció en 1939. Técnicamente fue publicada en 1939 pero en el “prólogo-ensayo” que abre el volumen el editor se sitúa en el año 1937 y termina el texto con la indicación “Burgos, II Año Triunfal” (11). Incluso presagia obras de más calado en el futuro escribiendo que cuando “la guerra se acabe, surgirán los grandes cantores de esta magna Cruzada, necesarios para el esplendor de nuestras letras y la formación de la conciencia nacional en el futuro de España” (9). La otra es una selección de los poemas presentados a concurso para los Juegos Florales de Vitoria en 1938.

Un caso especial es otro libro también aparecido durante la contienda, Los versos del combatiente. Es un curioso librito que proclama ser obra de José R. Camacho, sargento de morteros, pero resulta ser en realidad otra compilación de autores bien conocidos, como José Rosales, Manuel Machado, Pemán o Ridruejo (Verd 6–7), que optaron por publicar sus poemas en este formato. Curiosamente, el nombre del autor resulta ser una deformación, ocultando el primer apellido tras una inicial, del nombre del hermano de José Rosales (d’Ors 59).

Las restantes antologías aparecieron al concluir la guerra. Las dos más destacadas son la Corona de Sonetos en honor de José Antonio Primo de Rivera y la Antología Poética del Alzamiento, esta última una edición a cargo de Jorge Villén. La primera incluye a los autores más reconocidos que apoyaron con su obra al bando nacional y declara sus intenciones en el título. La Antología es una obra más general que recorre casi todos los escenarios y temáticas de la guerra. Incluye a poetas conocidos e intercala sus obras con poemas anónimos, algunos de ellos tomados del volumen Los versos del combatiente que cité más arriba.

Entre todas las demás, Cancionero de la guerra tiene un lugar especial por la circunstancia que cité anteriormente, la ambición de reunir la obra de poetas franquistas que trabajaron en la zona nacional junto a aquellos que vivieron y escribieron en zona...

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