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  • El lenguaje sagrado de Federico García Lorca
  • Patricia A. Fitzpatrick

Desde los inicios de la palabra y en cada rincón lingüístico del mundo, el ser humano se ha enfrentado a los límites del lenguaje para articular sus más profundas experiencias. Una de las primeras críticas del lenguaje fue escrita por Platón, a quien le ha seguido un sinfín de grandes pensadores a lo largo de la historia. Entre las experiencias más profundas por articular figura la experiencia mística, la cual se exacerba por el hecho de que dicha experiencia es en su esencia inefable. El misticismo, o su equivalente filológico misterio, es anterior a la palabra (James 325), lo que sitúa la experiencia mística en un plano superior a – e imposible de servirse de – la capacidad del lenguaje. Las palabras adecuadas para cumplir con tal función simplemente no existen. El poeta místico por excelencia San Juan de la Cruz (1542–1591) afirma cómo las palabras no le son suficientes para lograr sus fines descriptivos y espirituales, aunque el reconocer estos parámetros lingüísticos no se limita a los místicos cristianos. Los sufíes y los cabalistas también critican la inexactitud de sus propios idiomas mientras el budista y el taoísta expresan su experiencia mística por medio del silencio. Es un problema universal ya que la experiencia mística, o cósmica, en sí no se adhiere a ningún ámbito religioso determinado. Como heredero de lo más esencial de la mística y siguiendo las huellas de sus modelos artísticos y espirituales, Federico García Lorca da testimonio a su vez de la debilidad del lenguaje en el acercamiento teórico que ofrece con respecto a su propio arte poética. Al componer su obra, clasificada a menudo como hermética, Lorca acude a las mismas técnicas aprovechadas por los grandes poetas místicos pues todos se han visto obligados a crear otra clase de lenguaje. En este ensayo se explorará cómo la rebelión lingüística del poeta granadino se [End Page 77] asemeja a la victoria sobre las limitaciones del lenguaje alcanzada por los grandes poetas místicos de varias tradiciones, al mismo tiempo que lleva la original estampa lorquiana.

En la visión estética y ética del discurso de Lorca, hay una fuerte influencia del misticismo: el poeta fomenta un llamamiento interior a través de influencias místicas exteriores de diversos orígenes, ya que sus rasgos de místico no lindan ni con lo religioso ni con la unión divina. Lorca incluye símbolos místicos aprovechados por poetas de las tradiciones cristiana, islámica y primitiva al mismo tiempo que ejerce su individual misticismo para crear un lenguaje figurado que revela el frustrado anhelo cósmico de su yo lírico. Al estudiar la obra lorquiana dentro del contexto místico en el que se produce, se ve que el poeta trasmite una experiencia interior y una emoción profunda mediante un lenguaje simbólico y, por lo tanto, ilógico, que es propio de los místicos. La excepcional ambigüedad de las imágenes hace que la crítica asigne la etiqueta de hermética a la obra de Lorca, en particular la obra tardía; no obstante, el anhelo de trascendencia que aparece primero en la obra temprana es más profundo por el hecho de que el poeta saboree niveles más elevados de la conciencia, y se esfuerza por comunicarlo. Su arte poética reside entre la desarmonía terrenal racional y la deseada armonía cósmica irracional, y cada obra representa esta realidad.

Vincular la obra de Lorca con misticismo conlleva cierta suspicacia no sólo por su naturaleza inefable sino también por el desacuerdo que existe entre las escuelas religiosas, filosóficas y literarias que emplean el término. Misticismo cuenta con varias aceptaciones y el significado académico ha evolucionado a través de los siglos por lo que es necesario señalar que en el misticismo lorquiano se funden un contundente anhelo por parte del...

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