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ACERCA DE LA REPRESENTACIÓN DEL ARCHIPIÉLAGO FILIPINO EN LOS SUCESOS DE ANTONIO DE MORGA por Carmen Y. Hsu University of North Carolina at Chapel Hill DURANTE más de tres siglos, desde la llegada de Miguel López de Legazpi en 1565 hasta su independencia en 1898, las islas Filipinas fueron uno de los territorios españoles más importantes por su valor estratégico. El archipiélago sirvió no sólo como un punto clave en el sistema defensivo del continente americano,1 sino también como un importante centro del tráfico oriental del imperio español.2 Debido a dicha posición geoestratégica, existe una copiosa bibliografía coetánea, en particular del siglo XVII, en torno a las vicisitudes experimentadas por los primeros españoles en las islas y a la aspiración misionera de varias órdenes religiosas en esa parte del mundo. Se trata de una de las temáticas principales de la historiografía indiana, que abarca un inmenso corpus de crónicas, memorias de viaje, relaciones de sucesos, intercambios epistolares y otros escritos, y que en aquella época todavía amalgaman características de la historiografía, los estudios antropológicos, y la geografía botánica, mineral y zoológica de las islas. La obra más significativa de esta literatura es, sin duda, los Sucesos de las islas Filipinas, del doctor Antonio de Morga.3 Es la primera relación laica que trata exclusivamente del archipiélago, ya que su autor, a diferencia de otros que también se inspiraron en las islas, no fue misionero, sino funcionario real. El magistrado sevillano redactó la mayor parte de su obra en Manila entre 1598 y 1602.4 Al principio, la obra circuló en diversas copias manuscritas, bajo el título Descubrimiento, conquista, pacificación y población de las islas Philipinas,5 y finalmente se publicó en México en 1609, con el título por el 117 que hoy se conoce. Sucesos de las islas Filipinas consiste en ocho capítulos, divididos en dos partes claramente diferenciadas. En la primera, la que abarca los siete capítulos iniciales, se ofrece una síntesis cronológica de los descubrimientos españoles en el Pacífico, en particular durante la administración de Pérez Dasmariñas, Tello y Acuña. La segunda parte ocupa el último capítulo y constituye el verdadero núcleo de interés de la obra, en el cual se reúnen las impresiones que el autor tiene de diversos aspectos del mundo filipino. José Rizal pone de relieve el importante alcance de este libro, en particular el de esta última parte. Para el decimonónico nacionalista filipino, el libro de Morga es una obra de capital importancia por ser no sólo un documento valioso para la cultura hispanoamericana,6 sino también un testimonio indispensable para el conocimiento de un pasado olvidado de aquella civilización asiática .7 El presente trabajo se propone examinar la imagen del archipiélago trazada en el capítulo VIII de la obra, a fin de señalar que, a partir de una síntesis totalizadora de noticias, informes y experiencias de primera mano, Morga presenta , con un estilo escueto y sobrio, el retrato antropológico de una civilizaci ón claramente ajena, centrado sobre todo en los habitantes de las islas, su alimentación y sus hábitos higiénicos, en particular los baños y cuidados de la dentadura. Se argüirá que a pesar de su reconocida imparcialidad, la imagen filipina de Morga pone de manifiesto un sistema de conceptos básicos, destinados a esquematizar cualquier mundo desconocido y no cristiano.8 Asimismo , se puntualizará que al razonar sobre los posibles orígenes de los indígenas filipinos, las conjeturas del autor se sitúan en la misma línea que los procedimientos del primer cosmógrafo-cronista Juan López de Velasco y los del padre Acosta, figuras emblemáticas que marcan un momento determinado en la evoluci ón ideológica europea iniciada con los viajes de Colón. De esta manera, se subrayará que la imagen que el autor sevillano presenta del pueblo...

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