Abstract

En su obra, Jorge Luis Borges reconoce la tradición literaria mediante la práctica de la lectura. Esta idea de la literatura como crítica de la lectura parte de una función "ancilar" (Reyes 45) que se inserta dentro de la tradición en una labor que desplaza los márgenes y los límites del texto. Así, la glosa, el prólogo y la traducción se convierten en versiones de un mismo afán creativo. Esta política de lectura emplazada en los márgenes está formada por textos ancilares se articula desde una mirada oblicua que exige una escritura liberadora que desplaza las jerarquías y los significantes para reinsertar el significado: leer es también recodificar significantes o, aún más, ficcionalizar significados. Es de tal manera que, al plantear una teoría crítica de la lectura, Borges sienta también las bases de su obra literaria.

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