Calixto García escribe de la guerra grande: Tres documentos personales (review)

"Obscura, fantástica, envuelta en tenebrosas sombras, flota a orillas del continente americano una región desconocida."¹ Así se refería el periodista irlandés James J. O'Kelly a lo que él denominó la "tierra del mambí", frase con la que distinguía la otra Cuba, la que permanecía bajo el control de España durante la epopeya de los Diez Años. Una "tierra de sombras, llena de dudas y fantásticas visiones", era dibujada por la pluma del corresponsal del New York Herald desde su llegada a Cuba en 1872.

Durante décadas historiadores y estudiosos se han interesados por ese mundo de hombres y mujeres enfrentados durante diez largos años a la inveterada dominación colonial española. En numerosas páginas de revistas y libros deslumbran las grandes batallas con sus héroes asombrando al mundo por la pericia y el arte militar mostrados. En menor medida se asume el bregar de soldados, asistentes, exploradores, hacedores todos de historias en los intrincados montes o en las llanuras colmadas de peligro ¡Diez años!, se deletrea rápido. Pero lejos estamos de atisbar la verdadera magnitud de la década épica, si no nos acercamos a la cotidianidad del soldado mambí, a sus motivaciones, sus maneras de pensar y sentir la guerra, así como a sus dilemas existenciales.

Quizás los primeros en comprender la necesidad de dar a conocer estas historias cotidianas, ocultas en su mayoría en el espeso bosque de los mitos fundacionales de la nación cubana, fueron algunos de los exponentes más representativos del liderazgo militar cubano. Máximo Gómez, por ejemplo, se lamentaba de no poder escribir la historia de los hombres que integraban su escolta y se recreaba contando la vida de su ayudante. La genialidad del viejo Eduá no estaba en los combates, ni en las concepciones tácticas, preludios de una carga al machete o un ataque a poblados fortificados, si no en la destreza para detectar y derribar de un solo tajo cualquier jutía, por muy oculta que se encontrara. La referencia a esta heroicidad no era en modo alguno banal. El general Calixto García se hacía eco de las dificultades alimentarias por las que atravesaban sus tropas y las familias orientales. Esos rigores habían hecho del soldado de Oriente, a decir de García, "un titán, para el que no es trabajo pelear a todas horas y hacer marchas increíbles transportando en las espaldas enormes cantidades de boniatos que es lo que constituye su diaria comida y jutías como única carne, cuando aparece, que no es muy a menudo pues hay grandes zonas en Cuba y Holguín donde no se encuentra una". Se entiende entonces el detenimiento de Gómez en las hazañas de su viejo asistente Eduardo.

Es decir, desde la papelería de las grandes personalidades puede accederse, no sólo a la espiritualidad de un liderazgo, sino de una época, de una nación, de una localidad; a la cotidianidad de miles de hombres y mujeres, también de niños, inmersos en conflictos existenciales que marcan sus vidas.

He aquí uno de los grandes méritos del libro Calixto García escribe de la guerra grande: Tres documentos personales, de los autores José Abreu Cardet, Olga Portuondo Zúñiga y Volker Mollin. El texto agrupa tres materiales de indudable valor escritos por el general García, procedentes en su mayoría del fondo perteneciente al investigador Andrés Cué Bada.

Diversas son las líneas de investigación que sobre la Guerra de los Diez Años pudieran enriquecerse con la publicación del material compilado. Una autobiografía del general García y un relato inconcluso, que comprende entre julio de 1866 y el 12 de octubre de 1868, constituyen fuentes de inestimable...