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  • Review Essay:Valoración de la obra historiográfica de María del Carmen Barcia
  • Jorge Ibarra Cuesta

Quizás todo empezó porque la profesora de historia de Cuba, María del Carmen Barcia deseaba comunicarse mejor con sus alumnos en la Universidad de La Habana. Las preguntas formuladas en el aula demandaban respuestas que iban más allá de la repetición de esquemas que aparecían en los manuales de historia. Por otra parte ella se había formado opiniones discrepantes sobre la obra de algunos historiadores cubanos y sobre ciertos criterios de sus colegas de cátedra. Por eso, la profesora debía buscar los testimonios del pasado en los archivos históricos de la ciudad que avalaran sus presupuestos e hicieran más interesantes e instructivas sus exposiciones. Era también el modo más adecuado para motivar a sus alumnos. En los archivos y bibliotecas encontró que sus presunciones sobre los juicios de los historiadores que había consultado para impartir sus clases, tenían cierto fundamento. En ocasiones debía adentrarse más tiempo del que disponía en la densa masa de documentos del período [End Page 184] que estudiaba. Ella misma ha expuesto la relación inseparable que debe existir entre la enseñanza y la investigación:

Yo disfruto con enseñar a otros lo que he aprendido y aunque tengo una gran vocación por investigar, considero que la tarea del investigador no resulta completa hasta que no se confronta y un lugar ideal para establecer esa relación es el aula. Muchas soluciones a problemas que me he planteado las he hallado preparando mis clases o discutiendo con mis alumnos. Para instruir hay que saber explicar y ningún investigador puede convencer de sus resultados si no es capaz de exponerlos adecuadamente. Digo esto, porque en la enseñanza universitaria la relación docencia- investigación es esencial. Enseñar a pensar ha sido para mí una divisa, otra mantener una docencia, teórica y factual, actualizada y esto ha implicado un gran esfuerzo, pero también los alumnos lo agradecen.

Una revisión atenta de la obra de la profesora e historiadora, no puede obviar la relevancia que tienen las cuestiones teóricas y de método en sus investigaciones. Desde sus primeras publicaciones se observa un interés marcado en corroborar la validez de diferentes tesis y perspectivas en la Historia de Cuba. El título de su primera aproximación al pasado publicada en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí en 1980 lleva esa impronta: "Algunas cuestiones teóricas para el análisis del surgimiento y la crisis de la plantación esclavista". Otros artículos sobre la esclavitud, la fuerza de trabajo esclavo y el abolicionismo publicados subsiguientemente en Islas, en la revista Santiago, en la Revista de Ciencias Sociales se distinguen por su carácter conceptual y por el empleo de distintas hipótesis. Es este también el caso de un estudio monográfico suyo en el que destaca el carácter secundario de la esclavitud de plantaciones en América. Quizás lo más notable de esta contribución sea el amplio dominio que revela de la historiografía sobre la esclavitud de plantaciones en el Caribe y en Estados Unidos.1 Nuestra colega no titubea en reconocer ciertas coincidencias de autores como Sweezey, Baran y Gunder Frank, académicos a los que la ortodoxia oficial soviética de la época les negaba la sal y el agua, con el pensamiento de Karl Marx. Su reconocimiento de los acercamientos de estos autores al marxismo no contradecía sus divergencias con ellos en más de un sentido.

El talante prudente con el cual la autora apreciaba las valoraciones parciales de los economistas y de otros científicos sociales sobre la esclavitud americana, evidencia la importancia que le atribuyó desde entonces a las investigaciones históricas concretas en el conocimiento de nuestras sociedades. Se trataba, ante todo, de esclarecer que los estudios de los economistas habían propiciado la estructuración de modelos, en los cuales, desde luego, las particularidades no tenían cabida. Le correspondía a los...

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