Abstract

Darlo todo y no dar nada (1651) es una comedia que puede ser leída como una pintura en movimiento. Al principio de la comedia, el rey invoca a un concurso en el que tres artistas intentan reproducir su mejor retrato. El ganador, Apeles, no copia la realidad pero tampoco la falsifica. El rey ficcional, Alejandro, es una figura especular a la del rey verdadero, Felipe IV, quien observa la puesta en escena desde la sala de comedias del Palacio del Buen Retiro. El ensayo analiza la función de los retratos que aparecen en la obra y la relación que existe entre este proceso de construcción de la realidad y la técnica pictórica de Diego Velásquez, contemporáneo de Calderón (y apodado Apeles) en sus cuadros Las hilanderas y Las Meninas. El teatro de Calderón muestra que la postura de José Antonio Maravall, quien sostiene que el teatro español sirve casi exclusivamente como medio de propaganda, no toma en cuenta las pequeñas disrupciones en textos y representaciones don de se percibe, de manera indirecta, una crítica sutil a la figura del rey, o, al menos, un desvelamiento de los mecanismos de autorrepresentación de la monarquía. (CW)

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