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the word of another that it was a question of a suelta. I take pleasure in acknowledging here my very considerable debt to Father Penedo for his kindness in investigating this matter. I am also deeply indebted to José López de Toro, who was kind enough to send me a Xerox copy of the princeps. 25 There are 5% lines, found in the princeps , that are not in the manuscript, and these would seem to be due to the copyist's carelessness . t In II, 6, 54, there is lacking a line before "decir que es la verdadera", which, — found in the manuscript as "que haces por ella pensaban" — completes the quintilla. There are, in all, 8 lines in the manuscript that are lacking in the printed text. Four of these follow the verse, "el triunfo y muerte de Dios", when Judas says (III, xiv, 60): "pues he alcanzado clemencia / muy santo por vos de Dios / yo diré al mundo por vos / penitencia, penitencia." Both manuscript and printed play cannot be very different from the text that Tirso wrote. 2< Tirso had already criticized roundly poets who were so lacking in imagination that they must beg their plots ("trazas") from others, both in La fingida Arcadia (III, iii, 454) and in El melancólico (I, ?, 65). I have sought to identify the target of such remarks in my study, "Tirso's Satire of Ruiz de Alarcón," BC, XLI (?. 2, fall of 1964), 5-6. This passage from La ventura may indicate that the same charge had been levelled against him. ^^{#«7^V DON JUAN: EL IMPULSO DESTRUCTOR Rosina D. Navarbete University of Maryland De todos los críticos que se han detenido a estudiar la figura de Don Juan el más agudo es, en nuestra opinión, don Miguel de Unamuno. Su estudio profundísimo de Don Juan aparece en el prólogo a su obra teatral El hermano Juan) Unamuno concibe a Don Juan como un supremo egoísta: "Queriéndose a sí mismo y no a sus queridas;" muy consciente de ser, no solamente Don Juan, un hombre de carne y hueso, sino el "gran amador" de la leyenda: "Don Juan se siente siempre en escena, siempre soñándose y siempre haciendo que le sueñen,". Según Unamuno la libido no cuenta en el caso de Don Juan, ya que sus aventuras no tienen al impulso sexual como fin, sino como medio: "No se trata de biología, sino de biograf ía: no de materia, sino de espíritu; no de física, sino de metafísica. O sea de historia." Don Juan es para Unamuno "como un gozador solitario, aunque en compañía," cuyo único objetivo es "Gozar el goce del momento, gozar inmediatamente lo mediato, sin sentido de la finalidad, que es la reproducción." Por eso don Miguel le niega a Don Juan la hombría: "El hombre varón que se sienta de veras hombre, se siente a la vez padre e hijo y hermano, y se siente madre también." La obsesión de Don Juan es dejar nombre: "ser mirado-y admirado-,darse a las miradas de los demás. Este es Don Juan." ¿Cuánto de lo dicho por Unamuno se ajusta al Don Juan original, al hijo de la mente de Tirso de Molina? El presente ensayo aspira a separar de la figura del Burlador las características donjuanescas de la leyenda posterior; queremos extraer hacia la superficie el alma del Don Juan trágico de Tirso, que no fue ni amador ni amado, sino un ser solitario y vacío, que pasó por la vida con un objetivo único: hacer daño. Conocedor del teatro clásico griego Tirso concibió a Don Juan como un héroe trágico negativo, y como a todo protagonista de tragedia le dio un defecto en su alma que había de ser su perdición. Ese defecto fue la incapacidad de amar. Don Juan no siente afecto por nadie; ni por el padre que 45 lo adora y mima, ni por el soberano que lo colma de favores. Su único gesto desinteresado es cuando salva a Catalin ón de perecer ahogado, y es posible atribuir esta generosidad a un acto de valentía más que a una demonstración de cariño hacia el criado. Comentando este episodio Bruce Wardropper considera lo siguiente: "His courage is first established when he risks his life to save Catalinón from the waves. But this brave act is a consequence of his basic error: the assumption that death will not catch up with him until he is an old man. Bravery in Don Juan turns out to be a kind of rashness: a failure to estimate the odds against him, the result of a perverted sense of values."2 Nuestra tesis acerca de Don Juan consta de tres punto: Irò) Don Juan está consciente de no poder sentir amor, y, tal vez inconscientemente, culpa a la mujer de su propia falta. Su reacción contra el sexo femenino es vengativa. 2do) Don Juan envidia a los que aman y son amados; por eso destruye, a sabiendas, la felicidad de los demás, y se goza en su desgracia. De esta manera tanto las mujeres como los hombres son sus víctimas. 3ro) Hay un deterioro evidente en la personalidad de Don Juan a través de la obra. Tirso tomó la historia del Burlador en el momento climático de la vida de éste, y nos hace ser testigos de su completa desmoralización. Huelga decir que en ninguno de los episodios galantes de El burlador de Sevilla interviene el amor. A don Juan no lo mueve Eros, ni siquiera la libido. Si el impulso sexual ante una mujer bonita hubiera sido el móvil de Don Juan, cualquier mujer hubiera sido, potencialmente, una víctima suya; pero Don Juan no actúa de esa manera. Elige sus víctimas, no las toma al azar. Todas tienen en común las siguientes condiciones: 1ro) son honradas; 2do) son vírgenes; 3ro) aman y son amadas. Sólo Tisbea escapa a esta última condición, pero ya veremos que Tisbea no cae en la misma categoría que las otras mujeres que aparecen en El burlador de Sevitta. Don Juan busca en la aventura algo más que el goce de los sentidos: y el mayor gusto que en mí puede haber, es burlar a una mujer y dejalla sin honor. (II, 270-73)3 Don Juan no habla de goce sino de BURLA; burla que tiene como objetivo final dejar a la víctima deshonrada, inútil para otro hombre de honor. Cierto que la burla es un tópico en la comedia del Siglo de Oro. E. H. Templin considera que: "the span of the comedia may justifiably be labelled the age of the burla. The comedia itself draws on the burla for background and foreground, for mechanical devices and moods that range from horseplay to disillusionment (desengaño). Bergam ín, who is a conceptista and therefore a prisoner of the burla sees clearly that "el código estético de este teatro es una verdadera sistematización imaginativa de la burla."4 Cierto, pero en El burlador de SeviUa Tirso ha utilizado la burla con un sentido mucho más profundo , para darnos el retrato de un tipo patológico. Si admitimos que el objetivo final de Don Juan es dejar a la mujer sin honor, entonces cualquier mujer honrada era una candidata a recibir las atenciones de Don Juan; y en ese caso, la mujer casada más que la soltera, por ser depositaria de la honra del marido. Sin embargo Don Juan no selecciona sus víctimas entre las mujeres casadas. Ni siquiera Aminta cae en esta clasificación, porque, aunque había recibido ya el sacramento del matrimonio cuando Don Juan la ve por primera vez, aun no había pasado de ser novia, su noche de bodas no había llegado todavía. ¿ Creó Tirso la figura de un psicópata sadista inca46 paz de sentir el placer sexual separado del deseo de hacer daño? Y no nos referimos solamente al daño moral de destruir el buen nombre de una mujer; sino al material, al goce de ser testigo de la pena física en su víctima. Catalin ón describe a su amo de la siguiente manera: Y tú, señor, eres langosta de las mujeres, y con público pregón, porque de ti se guardara cuando a noticia viniera, de la, que doncella fuera (II, 435-40) (El subrayado es mío) Existe un patrón casi constante en las aventuras de Don Juan. En tres de los cuatro episodios que ocurren en la obra Don Juan destruye una pareja: Octavio e Isabela; Mota y Ana de Ulloa; Batricio y Aminta. De nuevo es el episodio de Tisbea el que se señala como aparte en la obra. Que Octavio e Isabela se querían apasionadamente podemos deducirlo por medio del parlamento del duque con su criado Ripio: No hay sosiego que pueda apagar el fuego que enciende en mi alma amor Pensamientos de Isabela me tienen, amigo, en calma, que como vive en el alma anda siempre el cuerpo en pena. (1,203-06) Mucho debe haber querido Isabela a Octavio para acceder a entregarse a él antes de casarse. Porque es a Octavio a quien Isabela se entrega y no a Don Juan. Su rabia al descubrir que ha sido víctima de un engaño llega hasta perder toda discreción, dando voces y proclamando su deshonra, para lograr el castigo del ofensor. No hay duda de que Don Juan sabía muy bien quien era Isabela y estaba al corriente de sus amores con el duque, aunque no sabemos hasta qué punto llegaba la amistad entre ellos. De hecho Don Juan era mucho más amigo del duque. Cuando su padre le reprocha la aventura de Ñapóles, se expresa de la siguiente manera:¿En el palacio real traición y con un amigo? Traidor, Dios te dé castigo que pide delito igual. (II, 394-97) En el caso de Ana de Ulloa no existe ni la sombra de posibilidad de algo parecido a un enamoramiento o antojo repentino despertado en Don Juan por la muchacha, porque éste no la conocía. Sabe de su existencia por boca del propio marqués de Mota. Don Juan y Mota son grandes amigos, compañeros de juerga. Cuando se encuentran, se supone que después de una ausencia más o menos larga, cambian noticias y confidencias. Mota se siente desgraciado y le revela a Don Juan la causa de su desdicha. Le cuenta la historia de sus amores como se hace con un amigo de quien no se sospecha ningún daño. El diálogo de los dos jóvenes es revelador para el estudio de la personalidad de Don Juan: Mota. D. Juan. Mota. D. Juan. Mota. D. Juan. Mota. D. Juan. Mota. D. Juan. Un imposible quiero. Pues ¿no os corresponde? Sí, me favorece y estima.¿Quién es? Doña Ana, mi prima, que es recién llegada aquí. Pues ¿ dónde ha estado? En Lisboa, con su padre en la embajada .¿Es hermosa? Es estremada, porque en doña Ana de Ulloa se estremó naturaleza .¿ Tan bella es esa mujer?¡Vive Dios que la he de ver! 47 Mota. Veréis la mayor belleza que los ojos del rey ven. D. Juan. Casaos, pues es estremada . Mota. El rey la tiene casada, y no se sabe con quién. D. Juan. ¿No os favorece? Mota.Y me escribe. (II, 217-34) Es significativo que en el instante en que Mota descubre que el amor de la muchacha por él llega hasta a desafiar al rey es cuando Catalinón, que conoce muy bien a Don Juan, interviene con su aparte: No prosigas, que te engaña el gran burlador de España (II, 235-36) Es decir que Catalinón está consciente de que el acicate que impulsa a Don Juan a actuar es destruir a la pareja: engañar al amante tanto como burlar a la amada. Herir, lastimar a los que aman, a los que son felices, o aspiran a serlo. El episodio de Dos Hermanas responde al mismo motivo. A la boda de Aminta y Batricio deben haber acudido muchas lindas pastorcitas, a las que Don Juan pudo haber burlado. Pero su capricho se fijó, precisamente, en la recién casada. ¿Lo movió la belleza de Aminta o el deseo de destruir la felicidad de los dos pastores? Durante la fiesta de bodas Don Juan se introduce, abusivamente, entre el novio y la novia, despertando con su actitud los celos de Batricio: Celos, reloj de cuidados, que a todas horas dais tormentos con que matáis aunque dais desconcertados; (??, 1-4) Aminta tampoco se siente feliz. Ni la juventud ni la galanura de Don Juan la han deslumhrado. Don Juan no posee la personalidad magnética que enamora a todas las mujeres. Aminta, en realidad, se sentía molesta y confusa : De estas infelices bodas no sé que siento, Belisa. Todo hoy mi Batricio ha estado bañado en melancolía, todo es confusión y celos;¡mirad qué grande desdicha! Di, ¿qué caballero es éste que de mi esposo me priva? La desvergüenza en España se ha hecho caballería. (III, 123-32) Más tarde, sin embargo, Aminta se deja comprar, no seducir, por Don Juan, que utiliza como señuelo la posici ón social y la riqueza. Y Batricio le cede a Don Juan su mujer, ante la sospecha de que entre ella y Don Juan existía ya el lazo carnal. No vamos a juzgar si es creíble o no la actitud de Batricio, sino la intención de Don Juan, que selecciona para su entretenimiento de esa noche, no una doncella simplemente , sino una novia, a la que prácticamente arrebata de los brazos del novel esposo. ¿Qué gozó más Don Juan, la burla a Aminta o la pena y humillación de Batricio? Mucho más tarde en la obra, cuando sus víctimas han coincidido todas en Sevilla para demandar justicia al rey, Don Juan le pregunta a Catalinón, nor por Aminta, sino por Batricio:¿Viste al novio de Dos Hermanas? (III, 434-35) Ya hemos dicho que el episodio de Tisbea se separa completamente de este patrón. Como tampoco corresponde Tisbea al molde de las víctimas de Don Juan en que no ama, aunque es amada: Yo, de cuantas al mar, — pies de jazmín y rosa,— en sus riberas besa con fugitivas olas, 48 sola de amor esenta, como en ventura sola, tirana me reservo de sus prisiones locas, ( I, 375-82) No sólo se jacta de no sentir el amor, sino que se envanece de que su desdén hace miserables a los hombres: Anfriso, a quien el cielo con mano poderosa, prodigio en cuerpo y alma, dotó de gracias todas músicas me consagra; y todo no me importa, porque en tirano imperio vivo, de amor señora; que hallo gusto en sus penas y en sus infiernos gloria (I, 435-38; 53-58) Wardropper, que ha calificado a El burhdor de Sevilh como una tragedia de errores, compara a Tisbea con la Laurencia de Lope de Vega y la Diana de Moreto: "She commits the same mistake as Laurencia, in Fuenteovejuna, and Diana, in El desdén con el desdén. Her frigidity in love is transformed by her encounter with Don Juan into the chastizing fire of unrequited sexual desire, against which she cries out in her final refrain:5¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua!¡Amor, clemencia, que se abrasa el alma! (I, 999-1000) Nuestra opinión es que Tirso creó en Tisbea la contraparte de Don Juan: le mato con desdenes: de amor condición propia, auerer donde aborrecen, espreciar donde adoran; que si le alegran muere, y vive si le oprobian. (1,461-64) El dramaturgo enfrentó a estos dos seres defectuosos: macho y hembra, para probar su teoría de que en igualdad de condiciones la mujer era más débil que el hombre, ya que sucumbe fácilmente a la curiosidad. Ni Anfriso ni los otros pescadores podían vencer a Tisbea, porque al amar eran ellos los más vulnerables. Pero Don Juan no ama; y es esa cualidad extraña la que percibe Tisbea y la rinde: mucho habláis cuando no habláis, y cuando muerto venís mucho al parecer sentís;¡piega a Dios que no mintáis! (I, 609-12) Es la inseguridad la que enamora a Tisbea, por eso repite intermitentemente el ¡Piega a Dios que no mintáis! Suponiendo que Tirso quiso crear en Tisbea a la mujer que, pudiendo, no quiere amar, ¿por qué lo hizo? Wardropper tiene razón al considerar que el dramaturgo ponderó todas las posibilidades del error humano. Para demostrar las consecuencias de ese error Tirso se colocó en lugar de Eros y se vengó de Tisbea poniéndole en el pecho el amor por el hombre menos indicado, el menos merecedor de amor: Reparo en que fue castigo de amor el que he hallado en ti. (I, 921-22) Y en la jornada III, contándole a Isabela su historia, se describe a sí misma como víctima de una fuerza sobrenatural : En sus pajas me dieron corazón de fortísimo diamante; mas las obras me hicieron, deste monstruo que ves tan arrogante [Eros] ablandarme de suerte, que al sol la cera es más robusta y fuerte.(III, 367-72)¿Qué papel juega Tisbea en la vida de Don Juan? El más importante de todos. El episodio de la playa es clim ático en la vida del Burlador. Don Juan estuvo muy cerca de salvarse enamorándose de la linda pescadora. A Catalinón le dice: 49 Muerto voy por la hermosa pescadora. Esta noche he de gozalla. (I, 684-86) Es la mujer la que mueve a Don Juan en este episodio: su belleza lo atrae, lo fascina. Su deseo de gozarla es genuino , fin no medio. Para su desgracia la atracción que le inspira Tisbea es breve, tal vez se desvanece ante la facilidad con que la muchacha se le entrega . Sea como fuere, de ahí en lo adelante su personalidad se deteriora rápidamente, hasta llegar al acto de locura final: el convite a la estatua yacente de don Gonzalo de Ulloa. Hasta aquí la figura del Don Juan de Tirso encaja perfectamente en el análisis de don Miguel de Unamuno; en lo que no estamos de acuerdo es en que las aventuras de Don Juan tengan como fin el crear una fama de virilidad triunfante. Que a Don Juan no lo impulsa la libido lo aceptamos incuestionablemente , pero estamos en desacuerdo en cuanto al objetivo que, en nuestra opinión es el deseo de hacer daño. Analizando el episodio de Ñap óles se nota lo siguiente: Don Juan se oculta tras la personalidad de Octavio, y al ser descubierto reacciona prudentemente entregándose a su tío, el embajador de España. Ante el viejo finge humildad para lograr su objetivo de salir del paso sin daño para su persona. No hay arrogancia ni desafío en la actitud de Don Juan: A esos pies estoy rendido y esta es mi espada, señor. (I, 101-02) Ante otro que no fuera su pariente,¿podía Don Juan jactarse de haber gozado a la duquesa? Evidentemente no, le iba en ello, si no la vida, por lo menos la libertad. De acuerdo con cualquier código de honor el lance con Isabela llevaba el estigma de la traición. La misma prudencia que se observa en el primer episodio domina todavía en el segundo . Don Juan trata de ocultarles a Tisbea y los pescadores su personalidad . A Catalinón le dice: Si te preguntan quién soy di que no sabes.( I, 681-682 Pero ya comienza de desafiar a Dios. Tisbea, insegura todavía, le dice: Tisbea.Advierte mi bien, que hay Dios y que hay muerte D. Juan. ¡Qué largo me lo fiáis! (I, 942-4) Cuando se produce el episodio de Sevilla ya Don Juan no ve frente a él más que su objetivo. Ya le importa poco que se le considere traidor a la amistad e innoble. Fía su defensa en su propia valentía y en la seguridad que tiene de vivir luengos años. Le consta que Mota va a saber de sobra toda su vileza, pero nada puede detenerle ya. Poco antes de poner en ejecución el plan de burlar a doña Ana de Ulloa su padre le ha reprochado su conducta en Ñapóles, amenazándolo con el castigo eterno: Mira que, aunque al parecer Dios te consiente y aguarda, su castigo no se tarda, y que castigo ha de haber (II, 398-401) La mención de la muerte no tiene sentido para Don Juan. ¡Está tan lejana! De aquí allá hay gran jornada. (II, 406) Las lágrimas de su padre no le merecen más que un comentario despectivo : Luego las lágrimas copia condición de viejo es propia. Vamos, pues ha anochecido. (II, 427-29) En el episodio de Dos Hermanas su desmoralización ha llegado al colmo. Antes de llegar a las bodas se hace anunciar por Catalinón. Y cuando le 50 revela a éste que ha decidido gozar a Aminta, acalla sus temores con palabras que muestran a las claras que no tiene ya sentido alguno de la proporci ón ni de los valores: Si es mi padre el dueño de la justicia y es la privanza del rey,¿qué temes?(II, 163-66) Al final, cuando convida a cenar a la estatua de Don Gonzalo de Ulloa ya no es dueño de sí mismo. No conoce Ia diferencia entre la valentía y la temeridad. Rechaza el resto de sentido común que le queda de la siguiente manera: el temor y temer muertos es más villano temor; (III, 678-79) Le interesa que Sevilla se entere de su proeza. Que todos sepan que ha desafiado a los infiernos al aceptar el convite de un muerto: Mañana iré a la capilla donde convidado soy, porque se admire y espante Sevilla de mi valor. (III, 684-87) Aquí sí entra la fama, el nombre, el deseo de ser único, en términos de valentía, no de potencia viril o de sexappeal . Don Juan se siente capaz de desafiar al cielo y al infierno; y en su vano gesto están las raíces de lo demon íaco y la justificación de su condena , en la que, como un héroe trágico, como Edipo, en el Edipo Rey de Sófocles , Don Juan dicta los términos de su propio fin. Wardropper analiza esta situación desde el punto de vista del error: "Soon he will try the same trick on Aminta, swearing by her hand. And when she insists on an oath containing a greater risk of perjury, he makes his false step:* ruego a Dios que a traición y alevosía me de muerte un hombre. . . . muerto que, vivo, ¡Dios no permita! (111,279-82) A traición y alevosía se lo lleva a los infiernos el Comendador, negándole a Don Juan la posibilidad de arrepentirse de sus pecados. Marni, que probablemente no vio que Don Juan mismo había prefigurado su destino, comentando sobre la condenación de Don Juan dice lo siguiente: "the denying of a confessor to Don Juan, even though he asked for one, involves more significant theological issues. Consequently , it may find in the principle of counterpassion a more solid theological explanation , at least as far as AristotelianThomistic concept of justice envisaged it. Basically it is one entailing the efficacy of sufficient grace. In other words, just to what point may a sinner persist in his evil doing, confident that Divine Mercy will not remain deaf to his deathbed repentance, a repentance perhaps arising more through fear than real contrition?"7 Marni llega a la conclusion de que Don Juan no estaba realmente arrepentido, y que, por lo tanto: "Taken from the point of view of counterpassion, the refusal is quite valid, if not more so, since it approaches the problem less with respect to Divine Mercy, than as a basic case of Divine Justice. If we bear in mind the definition of counterpassion as the principle where by the penalty should be the same sort as the injury inflicted. It is just that Don Juan be refused the opportunity to confess, since on repeated occasions he has sneered at the idea of taking time to do so."8 No estamos de acuerdo; en nuestra opinión Tirso siguió el principio trágico y dejó que Don Juan se condenara a sí mismo. Resumiendo lo dicho, nuestra visión de Don Juan es la de una figura trágica, atormentada por su incapacidad de sentir cariño. Como el amor se asocia con la correspondencia, Don Juan, inconscientemente culpa a la hembra de su propio defecto y se erige en castigo 51 de las mujeres, como lo llama Catalin ón en el primer acto o jornada de la obra. Para sentirse más satisfecho Don Juan elige por víctimas a las vírgenes, porque eso le da la doble oportunidad de gozarse tanto en su sufrimiento moral como en el físico. Pero los hombres también despiertan el instinto de crueldad en Don Juan, sobre todo cuando son amados. El quisiera sentirse amado y poder amar, como lo hacen sus amigos, el duque y el marqu és de Mota; por eso asume la personalidad de éstos para gozar a sus mujeres. Por un momento puede sentirse Octavio o Mota. Su interés principal es, sin embargo, el destrozar la felicidad de los demás, ya que él no puede disfrutar de esa gloria. Sin embargo está muy cerca de alcanzarla en el episodio de Tisbea. Al agotarse su interés por la linda pescadora en el espasmo sexual su personalidad se deteriora rápidamente. El acto final de su vida es el desafío a los poderes celestiales e infernales, que el teólogo Tirso no pudo, o no se atrevió a perdonarle . El autor habla por boca del padre en la comedia: En premio de mis servicios haz que le prendan y pague sus culpas, porque del cielo rayos contra mí no bajen. (III, 1023-26) NOTAS 1 Miguel de Unamuno, "El hermano Juan," El Otro y El hermano Juan, Colección Austral 647, Espasa-Calpe (Madrid, 1964). 2Bruce Wardropper, "El burlador de Sevilla : a tragedy of errors," Philological Quarterly , XXXVI (1957) pp. 56-57. 3 Tirso de Molina, "El burlador de Sevilla," Comedias, Clásicos Castellanos, (Madrid, 1963). 4 E. H. Templin, "The burla in the plays of Tirso de Molina." Hispanic Review, VII (1940) pp. 185-86. 5 Bruce Wardropper, obra ya citada, pp. 6970 . 6 Ibid, p. 63. 7 Archimede Marni, "Did Tirso employ counterpassion in his Burlador de Sevilla?" Hispanic Review, XX (1952) p. 130. 8 Ibid, p. 131. Gi^ ANOTHER SOURCE FOR TIMONEDA'S MENEMNOS Sue-Lin Chow University of Toronto Investigations into early Spanish theatre have often overlooked the works of Juan Timoneda (1520?-1583), the talented sixteenth-century bookseller, actor, and writer. He is also the man responsible for publishing the now well-known plays of Lope de Rueda. Timoneda, in his capacity as a publisher , made changes in the original manuscripts of others, as he himself claims to have done in the preface to Rueda's Eufemia and Armelina. To what degree he revised these works is not known, or that he may have attempted to rewrite them is still an unresolved question. An examination of his Comedia de los Menemnos reveals that Timoneda's talents in editing the works of others is not unlike the technical skill manifest in his ability as a writer. In this respect, many critics have questioned his sources and challenged the originality of this and other plays to which he claims authorship. The Menemnos is included in a volume along with two other comedies, Amphitrión and Carmelia, first pub52 ...

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