Abstract

En este artículo estudio La vida es sueño a partir de la nueva relación con los enigmas que nos propone el drama barroco del desengaño. La única manera de evitar el destino nefasto pronosticado por la profecía es no interpreter los enigmas. La constatación de este problema plantea una serie de interrogantes que este ensayo tratará de responder: qué pasa cuando el libro del mundo no nos tiene nada que decir; qué tipo de política puede funcionar en un mundo donde la única relación posible con los enigmas es la del desengaño y la aceptación del fracaso del acto de interpretación; qué tipo de figura es la alegoría que yergue su sentido sobre el fracaso de la metáfora del libro como mundo, sobre la crisis del vínculo natural entre las palabras y las cosas; cuál es la función de la naturaleza en la cultura barroca. A través de una comparación entre La vida es sueño y El Criticón de Baltasar Gracián, propongo un acercamiento entre la suspicacia barroca ante el mundo natural, el libro del mundo y el proyecto ilustrado que se construye a partir de una crítica de los falsos nombres y mitos. (JB)

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