Abstract

Una palabra cualificada, que no suele citarse hoy día, es la de Joaquín Casalduero. En oposición a las atribuciones peregrinas y faltas de documentación de Alfredo Rodríguez López-Vázquez, se le cita a Casalduero sobre la superioridad estética del Burlador, frente a Tan largo. Hace falta una sensibilidad poética para apreciar las diferencias fundamentales entre las dos versiones, sensibilidad que tiene sólo el crítico que es también poeta [como lo son, tanto Casalduero como Vázquez]. Se presenta evidencia textual de la falta de sensibilidad poética de Claramonte, junto con la opinión autorizada de María del Carmen Hernández Valcárcel sobre algunos de sus versos: "disparates." La conclusión es que un autor de comedias que no publicó una sola obra dramática en vida, que no es mencionado por sus contemporáneos (excepta en términos injuriosos), un poeta mediocre, no puede ser el creador del Don Juan original. Se intenta aclarar, al final, algunos problemas referentes a la autoría de Tirso de Molina, el que sigue siendo el único candidate lógico, fiable y viable. (J. A. Parr)

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