Abstract

La comedia es un género paradigmático. Todo conocedor de la comedia puede enumerar ciertos rasgos inviolables: el número de actos, la versificación, los móviles principales, el casamiento o la muerte como desenlace, etc. No obstante, el poeta se precia de presentar siempre una comedia «nueva» o «famosa», sugiriendo una obra original y digna de fama. El dramaturgo, por tanto, se halla ante el dilema de componer una obra con caracteres originales pero sin violar la fórmula convencional. No faltan piezas que nos revelan que la originalidad se reduce a un juego del poeta. Éste a menudo presenta algo que sólo parece violar el patrón, avivando así el interés del público. Si bien estas «violaciones» resultan, a la larga, conformarse con el paradigma, dando a entender que el género carece de verdadera originalidad, el examen de semejantes juegos nos permite comprender algo mejor el ambiente en el que creaba el poeta dramático. (JGW)

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