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  • María Zambrano: Una pensadora de nuestro tiempo
  • María Luisa Guardiola
María Zambrano: Una pensadora de nuestro tiempo. Anthropos, 2006. Por José Luis Abellán.

José Luis Abellán, conocido historiado del pensamiento y estudioso del exilio, y en particular del exilio filosófico español tras la Guerra Civil, ofrece en este libro una relectura de la obra de María Zambrano, una de las grandes pensadoras del siglo XX español que no ha recibido la atención debida, quizás por su circunstancia de exiliada, mujer y filósofa. La obra de María Zambrano ha recibido bastante atención en años recientes en diferentes artículos, documentales cinematográficos, etc., por la importancia de la obra de muchos de los intelectuales republicanos exiliados tras la guerra civil.

El exilio es fundamental en el pensamiento de Zambrano y así lo presenta Abellán, cuya labor investigadora sobre los filósofos españoles en el exilio se estudia en su libro Filosofía española en tierras de América. La sección dedicada a la pensadora de Vélez-Málaga ofrece la esencia del pensamiento de esta mujer cuya vida itinerante la instaló en un exilio existencial. El autor muestra como en María Zambrano coinciden el exilio como vocación y el exilio como destino. La pensadora exiliada encuentra en la filosofía la solución única de vivir. La condición del exilio produce el abandono de cualquier espacio [End Page 274] posible. La cita del libro de Zambrano Los bienaventurados: "Hay que adentrar, interiorizar el desierto en el alma, en la mente, en los sentidos mismos, aguzando el oído en detrimento de la vista para evitar los espejismos y escuchar las voces" (72), explica la manera en que se halla enraizada en el tiempo, no en el espacio. Escuchar es más importante que ver: "La voz del destino se oye mucho más de lo que la figura del destino se ve" (73). Al instalarse existencialmente en el exilio María Zambrano se sumergió en una vía mística de honda riqueza y pluralidad (68). El proceso iniciático de la pensadora al buscar "un saber sobre el alma" (71), la lleva a un descenso a los infiernos, donde lo que sucede es indecible, y se resolverá en música y en la forma más musical de la palabra, la poesía. Tras el desarraigo que produce el exilio y el diálogo entre cielo e infierno, se abre el acceso a la "razón mediadora," único camino para reconvertir la historia sacrificial de Occidente a una historia ética. A través de esta mediación, Zambrano propone el proyecto de regeneración moral de la sociedad.

El libro tiene seis capítulos y un apéndice seguidos de algunas cartas y textos de María Zambrano. El primer capítulo se dedica a los orígenes intelectuales de María Zambrano en la Segovia del primer tercio del siglo XX, donde conviven noventayochistas, modernistas e institucionistas. Segovia quedó para siempre en la memoria onírica de Zambrano la cual evoca en su ensayo "Un lugar de la palabra: Segovia." Allí es donde nació al mundo intelectual de la palabra (32). El segundo capítulo relata la vida itinerante de Zambrano. El tercero se refiere a las cartas de Zambrano a su hermana Araceli, organizadas en tres bloques: el primero, que contiene la correspondencia continuada durante todo el año 1945, se trata de un periodo decisivo de su biografía en el que decide regresar a Europa; el segundo incluye el año 1946, en que se reencuentra con su hermana en París, justo después de morir su madre. El tercer bloque de cartas es de 1962 y relata las dificultades de su permanencia en Roma. Al final del capítulo se hace referencia al sentimiento de piedad, clave fundamental de la actitud posterior de la pensadora. Esta trascendencia mística se presenta en el capítulo cuarto dedicado a "La España soñada." Se hacen referencias a la "España eterna": Cervantes, Galdós, Segovia, Ortega y Gasset…; los...

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