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Reviewed by:
  • Subversive Seduction: Darwin, Sexual Selection, and the Spanish Novel by Travis Landry
  • Miguel Ángel Martín-Hervás Jiménez
Travis Landry. Subversive Seduction: Darwin, Sexual Selection, and the Spanish Novel. Seattle: University of Washington Press, 2013. 335 pp.

En 1914, José Ortega y Gasset concluía sus Meditaciones del Quijote enarbolando la bandera del vitalismo y censurando a Darwin porque, según él, en su filosofía “no hay libertad, originalidad. […] Darwin barre los héroes de sobre el haz de la tierra” (Madrid: Cátedra, 1984, 244). Estas últimas palabras resuenan en la mente de Travis Landry como la síntesis lapidaria, inexacta e injusta, que durante largo tiempo se ha extendido sobre el pensamiento del naturalista británico y que él se ve en la necesidad de impugnar. En un libro colmado de profundas intuiciones, de interpretaciones incisivas y de propuestas originales, el objetivo fundamental—y no poco provocador—que estimula al autor es el de evidenciar que la generalizada visión de un Darwin determinista, negador en última instancia de la capacidad creativa del hombre y de su libertad, es errónea, especialmente en lo referido a su teoría de la selección sexual. Para ello, Landry no solo recurre a una lectura minuciosa de las dos obras fundamentales de Charles Darwin (1809-1882), The Origin of Species (1859) y The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex (1871), y a una exposición de los fragmentos y opiniones más claramente dubitativos e incluso contradictorios del científico británico, sino que, en un giro sorprendente, acude a la literatura para alumbrar insospechados aspectos de su teoría, que la convierten en mucho más compleja e indeterminada de lo que comúnmente se ha pensado.

Al contrario de lo que el título pueda dar a entender, el libro no versa sobre la influencia directa que ejercieron Darwin y su teoría de la selección sexual en los novelistas españoles del siglo XIX, sino que, en su lugar, la pretensión de Landry es revelar que existe una relación muy estrecha entre ciencia y literatura y que la primera posibilita la reinterpretación de las obras literarias, así como la segunda suministra un productivo campo experimental desde el que examinar el alcance de las teorías científicas. Tal “reciprocidad real” (25) existente entre ambas disciplinas fundamenta la labor crítica de Landry y de ella hace derivar importantes consecuencias éticas, ya que demuestra, a partir del análisis de las novelas seleccionadas, que Darwin debe dejar de ser considerado como ese “villano” cuya teoría de la selección sexual se empleó en ocasiones para justificar “la inferioridad natural de las mujeres en términos evolutivos” (8). En el fondo, Travis Landry está poniendo en práctica en su estudio la “responsabilidad de la crítica literaria” reclamada por el poscolonialista Edward Said (1935-2003), para quien debían corregirse las “perspectivas erróneas” que consideran la literatura como un “prado aislado”, independiente de otros ámbitos y disciplinas, y se olvidan de la supuesta “eficacia histórica y política” de los textos literarios (38). Es esta una práctica lógicamente discutible para los que no conciben la crítica literaria como una ocupación con fines éticos, sino más bien estéticos, pero que Landry desarrolla con maestría.

Basándose en el concepto de transcodificación (transcoding) para describir la “actualmente aceptada práctica” (5) de extender determinadas escuelas de pensamiento a tiempos y lugares muy alejados de aquellos en que se originaron, Travis Landry lee con lentes darwinianas novelas como Fortunata y Jacinta (1886-7) o La Regenta (1884-5) y examina El origen del hombre y El origen de las especies con anteojos literarios. Sitúa así al mismo nivel [End Page 134] ciencia y literatura como diferentes “modos del discurso” (27), ninguno de los cuales debe acaparar por completo la pretensión de la Verdad. De esta manera, consigue sonrojar a los darwinistas y al propio Darwin, evidenciando que su ciencia, como toda ciencia, es producto de un “animal simbólico” (33) como el ser humano, y que...

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