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461 Presentación- Las Casas de las reinas, de los príncipes, de los infantes y de las infantas,¿modelo borgoñón o castellano? Félix Labrador Arroyo y José Eloy Hortal Muñoz Las primeras referencias documentales que se han conservado y que aluden a la existencia en Castilla de una Casa que daba servicio a las reinas nos sitúan en tiempos de doña Urraca, hija de Alfonso VI1 , a comienzos del siglo XII; si bien, no podemos afirmar con rigor, hasta finales de dicha centuria, que las soberanas castellanas tuviesen una Casa propiamente dicha. La cual, se vinculaba, como señalan las fuentes jurídicas alfonsíes con la Cámara: “cámara llamaron antiguamente a la casa de la Reyna; ca bien asy commo en la cámara an de seer las cosas que y ponen encobiertas e guardadas”2 . No fue hasta tiempos de María de Molina (c. 1264-1321), esposa de Sancho IV, cuando se produjo la organización institucional de dicha Casa; sin duda, por la especialización cada vez mayor de la Corte y la importancia de la Casa Real como elemento integrador de las elites del reino3 . Desde entonces, se establecieron las líneas principales de su organización, saliendo del ámbito propiamente dicho de la Cámara y solo alteradas, en tiempos de la dinastía Trastámara, por la aparición de nuevos oficios y por la institucionalización de otros ya existentes como los reposteros de estrado, de plata, camas y mesa, los ballesteros y los reyes de armas, los 1 Álvaro Fernández de Córdova Miralles, La Corte de Isabel I, pp. 50-53 y Andrés Gambra Gutiérrez, “El Palatium y la domus regis castellano-leones en tiempos de la dinastía pamplonesa”, en Id. y Félix Labrador Arroyo (coords.), Evolución y estructura de la Casa Real de Castilla, I, pp. 11-63. 2 Tít. XIV, Ley III, “Commo deve el pueblo guardar al Rey en las dueñas e en las doncellas e en las otras mugeres que andan en casa de la Reyna”, Partida Segunda de Alfonso X el Sabio, Granada, 1991, p. 132 y Leyes de Alfonso X. II. Espéculo, Ávila, 1985, XV, I-XIII. (ed. de Gonzalo Martínez Díez). 3 Miguel Ángel Ladero Quesada, “La Casa Real en la Baja Edad Media”, pp. 327-9; Mercedes Gaibrois de Ballesteros, María de Molina. Tres veces reina, Madrid, 1967, p. 29 y “Libro de diferentes cuentas de don Sancho IV (1293-1294)”, en Historia del reinado de Sancho IV de Castilla, Madrid, 1922, I, pp. I-CXLVIII. Sobre la Casa de las reinas en la Baja Edad Media véase Alicia Muñoz Fernández, “La casa delle Regine. Uno spazio politico nella Castiglia del Quattrocento”, Genesis, 1:2 (2002), pp. 71-95 y Jaime de Salazar y Acha, La Casa del Rey, passim. 462 462 La expansión de la Casa de Borgoña continos, maestresalas, escribanos de cámara y secretarios, oficiales de la Caballeriza y Acemilería, etc.4 . La Casa de las reinas en Castilla estaba articulada y organizada según el modelo castellano –menos desarrollado que otros, como el borgoñón o el aragonés5 - y, por tanto, dividida en varias secciones: Capilla, Casa, Cámara y Caballeriza-Acemilería, que tenían por objeto cuidar y satisfacer las necesidades de la reina y mostrarla con la magnificencia requerida dentro y fuera de Palacio; en donde el mayordomo mayor era el responsable máximo y la camarera mayor la persona en torno a la cual giraba toda la vida doméstica, además de encarnar la representación y responsabilidad de los servicios áulicos femeninos6 . Además, cuando la reina gobernaba, como ocurrió con Isabel “La Católica”, en su servicio se sumaban otros dos departamentos, las Guardas y la Caza, que eran propios del rey. No se han conservado –posiblemente porque nunca existieronunas Etiquetas de la organización de esta Casa, salvo de la Capilla7 . Tenemos que esperar a la primera mitad del siglo XVI para tener una primera relación escrita de la composición y estructura de este modelo castellano –lo que no debe interpretarse como las primeras Etiquetas-. Fue el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo quien escribió en 1535, por petición del ayo del príncipe Felipe, 5 folios donde informaba sobre la manera que se usaba en el servicio castellano de...

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