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LAS COLINAS SUEÑAN EN ESPAÑOL A la mañana siguiente, estaba de nuevo recogiendo zarzamoras y comentando su experiencia del día anterior con las zarigüeyas desaparecidas. Fue entonces cuando se enteró por primera vez de dónde habían estado los pequeños – en la bolsa de la madre. Cuando volvió a casa, se apresuró a ir a la granja. Y como era de esperar, las cuatro crías no aparecían por ningún lado. Miró con detenimiento mientras le daba una zanahoria a la madre, y no tardó en ver sus cabezitas asomando de la bolsa. Cuando volvió para darles de comer, no pudo encontrar ni la madre ni los pequeños. En un rincón de la granja, vio que había un agujero cavado en la tierra, debajo de los tablones. Las zarigüeyas se habían escapado. Neto se alegró, porque las había traído a casa pensando que los pequeños no estaban protegidos, cuando en realidad, sí lo estaban. Se estaban excavando numerosos pozos de gas en muchos sitios de las colinas vecinas. Durante el verano, tras haber recogido zarzamoras todo el día, los niños se iban hacia la torre de perforación del pozo de gas más cercano. Siempre había un tanque enorme lleno de agua en el cual uno se podía bañar. Los tanques eran anchos contenedores circulares de madera, de unos diez pies de altura y dieciocho de diámetro, y contenían unos 1.500 galones de agua. Había una escalera de metal y solíamos subir hasta el borde del tanque y zambullirnos en el agua. Resulta difícil creer que en tantos años de nadar en esos tanques, ninguno de los chavales se ahogó. El agua estaba generalmente a unos tres o cuatro pies debajo del borde del tanque. Para algunos niños, era imposible alcanzar el borde cuando nadaban o flotaban en el agua. Había una regla tácita según la cual ningún chico podía ir dentro del tanque a no ser que estuviera acompañado por alguien que supiera nadar. Aquel era el sitio donde la mayoría de los chicos del pueblo aprendían a nadar. Si había un tanque cerca del sitio donde estaban recogiendo zarzamoras, algunos chicos escapaban a la vigilancia de sus padres o de sus hermanos y hermanas, y se iban a bañar largo rato mientras los demás creían que estaban recogiendo zarzamoras. Inevitablemente, sus cubos vacíos eran descubiertos y se les regañaba bien regañados. Capítulo 6 A medida que algunos hombres empezaran a salir del pueblo con sus familias, los esquiroles se mudaban con sus familias en las casas desocupadas. Las hipotecas pertenecían a la compañía y como habían adelantado el dinero a los inquilinos, los títulos se tranferieron a los nuevos inquilinos. Así es como la familia de Milton Beard acabo siendo vecina de la familia Villanueva. Se mudaron en la casa de al lado cuando Constante el Sordo, su mujer Nieves y sus tres hijos, Jorge, Antón y Serena, se fueron de Glenncoe 158 LAS COLINAS SUEÑAN EN ESPAÑOL para ir a vivir a Cherrydale, en Kansas, donde Constante tenía a dos hermanos que trabajaban en la fundición. Glenncoe era ahora el nombre oficial de lo que había sido conocido durante años con el nombre de Coe’s Run. Glenncoe estaba “incorporado”, y se erigió una oficina de correos al mismo tiempo que se instalaba un nuevo administrador de correos. Pero todos los que vivían en el pueblo lo conocían por otro nombre: Crossetti. A penas se instalaron los Beard al lado de nosotros, empezaron nuestros problemas con la vieja Beard, su hija Gladys y sus dos hijos menores, Albert y Earl. (Milton, Otis y Paul eran esquiroles en la fundición y no se les veía mucho.) Nos empezaron a llamar Spics y otras cosas, sacando la lengua en cuanto uno de nosotros salía de casa. Sólo dejaban de hacerlo cuando mi padre estaba en casa. Nos podían atormentar todo el día, pero en cuanto lo veían, se cortaban. Cuando le contamos a nuestro padre como nos tomaban el pelo, le costó creerlo; cuando estaba él, se comportaban de la manera más inocente del mundo. Más y más esquiroles...

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