In lieu of an abstract, here is a brief excerpt of the content:

29 Capítulo dos “Cuando las mujeres escriben sobre las mujeres” Las siete cabritas e Historias de mujeres I. Las siete cabritas El libro de Poniatowska llama la atención desde el Índice puesto que no se trata de un listado ordenado de los contenidos y su ubicaci ón, sino que aparece como un álbum fotográfico de ocho páginas diferenciadas cualitativamente por un papel satinado de mayor gramaje. Cada página incluye una fotografía en blanco y negro de las siete mujeres protagonistas, junto al título de cada escrito, la página en la que se encuentra el texto y el autor o procedencia del documento gráfico. Las fotografías de cada mujer han sido elegidas en consonancia con el retrato etopéyico y prosopográfico que Poniatowska ofrece de cada una de ellas. De este modo, Frida Kahlo aparece dormida en su cama y el punto de luz de la fotograf ía se posa sobre sus manos “cuajadas de anillos” que abrazan a un xoloitzcuintle. Esta fotografía dialoga con lo expresado por Poniatowska en el texto sobre la pintora:1¿Ves mis manos cuajadas de anillos? Esas manos las beso, las reverencio, no me han fallado, han seguido las órdenes de mi cerebro, mientras mi cuerpo entero me ha traicionado […] estas manos que ves han enlazado a Diego […] han escrito cartas y un diario, han enviado recados amorosos, me han hecho pintora. (21–22) Tal pareciera que el retrato de Héctor García hubiera inspirado la primera parte del texto. Pero no sólo el punto de luz es determinante para entender la imagen y su relación con el escrito, sino que su composición es altamente significativa, puesto que no es gratuito que la pintora aparezca postrada en la cama en la que se fue diluyendo poco a poco durante sus continuas convalecencias: “[a] los amigos se les conoce en la cárcel y en la cama” (23). En ella 30 Capítulo dos tuvo que aprender a vivir de nuevo y a pintar con un espejo en el techo, tuvo que volver a entender la vida: “desde mi cama […] les digo mujeres, hermanas, amigas, no sean pendejas, abran sus piernas y no ahorquen a sus hijos por venir, duerman atadas al hombro de su amado o de la amada”2 (32). Las demás fotografías captan también en gran medida lo descrito por Poniatowska en sus páginas. La Pita Amor escogida es la que responde a la niña-mujer pizpireta de ojos vivarachos y exultante sensualidad, alhajada, maquillada y adornada hasta el extremo : “‘—¿Cómo me veo? Divina, ¿verdad?’ Su exhibicionismo, la adoración por sí misma, por su cuerpo, y el exagerado cuidado que tuvo de su persona durante su adolescencia, su juventud y los primeros años de su madurez fue vox populi” (37–38). Esta foto muestra a una Guadalupe Amor coqueta, picarona, sabiéndose divina y engalanada para el objetivo de la cámara. Resulta cuanto menos sorprendente la elección de un retrato de Antonio Garduño, perteneciente a la colección de Carlos Monsiv áis, de una Nahui Olin desnuda en una posición inverosímil. En el texto Poniatowska elogia los desnudos tomados por Weston aunque a “Nahui no le gustaron esas fotos de yegua trasquilada; las que le interesan son las de Antonio Garduño que la hacen parecer una amable e insulsa conejita: carecen de fuerza, convierten a su modelo en una encuerada del montón, no hay originalidad” (73). No queda más que añadir, Poniatowska lo ha dicho todo sobre las fotografías, en cuanto a la protagonista resta lo siguiente: “Pero el paso de Carmen estaba dado. Se había atrevido” (73). Del retrato de María Izquierdo destaca la “boca grande, ardiente , dolida, una boca que sabe de la siembra y la cosecha” (93). La pintora porta en su “cabeza olmeca” (94) un sombrero “cloche” confeccionado presumiblemente por el francés Henri de Chatillon que vuelve “estrambótica su presencia” (105). Este retrato es del periodo en el que la pintora “[m]ás mexicana que Frida Kahlo” (91) abandona su esencia y “canjea el mundo de la bohemia por el de la diplomacia” (102). Una época en la que “al cambiar de status, volverse mundana, reír en los cocteles y no morder ya granos de maíz sino canapés, la obra de María también pierde su fuerza...

Share