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177 Conclusiones Gregorio Martínez Sierra, autor en 1905 de un sagaz ensayo sobre Emilia Pardo Bazán, ponía el dedo en la llaga de la problemática en torno a género sexual y escritura al identificar el umbral de pensamiento que no podían cruzar los críticos de su tiempo: [P]orque al decir fémina nosotros los varones, engreídos de teorías viejas, oímos algo dulce al paladar del alma, pero irremediablemente inferior a la luz implacable del intelecto, y allá donde encontramos inteligencia noble, pensamiento con alas, percepción aguda, fuerza de penetración, audacia de concepto, lozanía, fertilidad, vuelo libre, clamamos por el privilegio y decimos orgullosamente: “Obra de varón hay aquí.” (Martínez Sierra 129) La introducción a este libro se abría con una consideración sobre el engañoso carácter de espejo de las llamadas literaturas nacionales. Al apelar a un supuesto “principio de realidad” que da a la nación su carácter de tal (una comunidad que se imagina a sí misma de una forma, de un estilo determinado y diferente al de otros grupos nacionales), la literatura y la institución crítica que la legitima adquieren la autoridad que emana de ser los conformadores de la imaginación nacional. Si, como arguye Martínez Sierra, la crítica masculina hace equivaler “buena literatura” (la literatura digna del reconocimiento nacional) con literatura varonil, hemos visto como este concepto estaba precisamente cobrando fuerza en los años en que se consolida la carrera literaria de Pardo Bazán y va a determinar la formación del canon futuro. Es significativo que a partir de la aparición estelar e inaudita de esta escritora y de la confusión que crea en el mundo de la crítica, obligándola a cerrar filas y definirse en materia del género sexual de la literatura nacional , se produjera un largo hueco femenino en el canon, que pocas mujeres hasta bien entrado el siglo XX vinieron a llenar. 178 Conclusiones El contraste de la respuesta crítica en casos tan disímiles como el español y el gallego, arroja un resultado semejante, probando en primer lugar el paralelismo entre los procesos de nacionalismo cultural en la España y la Galicia del último cuarto del XIX: tanto en el incipiente nacionalismo gallego como en la aparentemente consolidada nación española existe el mismo sentimiento de escribir en una nación por construir, y de ser la misión de la literatura el textualizar metonímicamente esa nación posible, trazar las reglas de cómo debe ser la literatura que refleje/conforme a la nación imaginada. En segundo lugar, el que ocurra el mismo tipo de cuestionamiento de la “nacionalidad” como escritora de Pardo Bazán en ambas literaturas, la española y la gallega, permite concluir que este cuestionamiento no es casual: no depende de circunstancias históricas, geográficas o personales específicas, sino que responde al mismo patrón, a la política de roles sexuales que subyace en el nacionalismo cultural, política sexual que Pardo había abiertamente subvertido en ambos espacios nacionales. Escribiendo “como un hombre” en el ámbito español, había transgredido el monopolio masculino de la literatura, con el que el nacionalismo cultural español aspiraba a devolver su prestigio e independencia a una literatura nacional “feminizada,” provincia cultural de Francia. Puesto que los hombres de letras responsabilizaban a la mujer de esta dependencia cultural/económica de Francia, la práctica literaria de Pardo Bazán será siempre sospechosa y escrutada al máximo. A través de la representación literaria del modelo del “ángel del hogar ” y la censura de la práctica y consumo literario femenino como “antipatriótico” (afrancesado y debilitador de la calidad del corpus literario nacional) el establishment cultural de la Restauración trataba de proteger las fronteras textuales/sexuales españolas de la amenaza femenina. Todos los críticos, hasta los más favorables a Pardo Bazán —que la tratan como excepción a su género, es decir, como escritora viril—, mostrarán en algún momento su recelo hacia esta mujer que había transgredido el ideal de domesticidad con el que se trataba de controlar socialmente a la mujer española. Hemos visto en la introducción cómo la crítica arrastró por largo tiempo este estigma decimonónico. En...

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