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21 Capítulo uno Emilia Pardo Bazán en el nacionalismo cultural de la generación de 1868 A raíz de la “gloriosa” revolución burguesa de 1868, empieza a decantarse en España por primera vez un grupo de escritores con la conciencia común de tener entre sus manos no sólo una cuestión literaria, sino una crucial cuestión nacional producto de la coyuntura histórica que les tocó vivir. Según el testimonio de la propia Pardo Bazán, su generación era “hija de la revolución de Septiembre […] no porque en política se le adhiérase toda, sino porque sintió despertarse su inteligencia y definirse sus aspiraciones al rudo embate de los acontecimientos revolucionarios” (“Apuntes autobiográficos” 717). Entre otros, los estudios de Francisco Caudet, Walter T. Pattison o Eamonn J. Rodgers o Mariano López nos ofrecen abundantes testimonios de la fuerte polémica de fondo nacionalista en la literatura y crítica española en este periodo. Jo Labanyi (“Relocating Difference”) insta a considerar la época de la Restauración no como un espacio monolítico, sino como un dinámico foro de debate en el que se articulan distintas posibilidades y fórmulas para la nación. José Manuel González Herrán, en el prólogo a su edición de La cuestión palpitante, coincide con Pattison en afirmar que todos estos debates —que se continúan hasta el de regeneracionismo y decadentismo de finales de siglo— responden en realidad a un mismo debate de fondo, el de tradicionalismo frente a progresismo. Labanyi añade la necesidad de considerar el contexto internacional en estos debates, pues en su opinión, las imágenes de circulación y bloqueo que se repiten en textos económicos, médicos, políticos y novelísticos, se deben a las aspiraciones contradictorias de preservar la identidad/miedo a asfixiarse, es decir, la comprensión de la necesidad de asimilar modelos extranjeros al tiempo que se teme la erosión de la identidad nacional. Como 22 Capítulo uno veremos en este capítulo, la incorporación de la mujer o no a la esfera pública, en concreto a la literaria, funciona como nodo en el que se unen los argumentos políticos, médicos o económicos que debaten en estos años la configuración de la forma nacional espa- ñola. Pardo Bazán será, inevitablemente, arte y parte fundamental en este proceso. Así pues, cuando, en la década de los años 70 y 80 del siglo XIX, escritores como Marcelino Menéndez Pelayo, Leopoldo Alas “Clarín,” Juan Valera, Benito Pérez Galdós, José María de Pereda, Armando Palacio Valdés, o Emilia Pardo Bazán entren en polémicas como la del arte por el arte frente al arte docente, el realismo/ naturalismo frente al idealismo, o el papel de la mujer en la literatura (de forma egregia en lo que Pardo llamará “la cuestión académica ” —la admisión de la mujer o no a la Real Academia—) será en último término de nacionalismo literario —de lo que debía ser literatura española y de lo que no lo era— de lo que estén tratando . Lo que está en juego es, por tanto, la propiedad de la literatura nacional, en varios sentidos: quién produce (quien se apropia de) la “auténtica” literatura española, la literatura apropiada para la nación, y qué “propiedades” debe tener esta literatura. Este capítulo tiene como objeto, en primer lugar, trazar el contexto del nacionalismo cultural de la generación de 1868, analizando sus peculiaridades (su difícil relación con el referente “nación”) y cuáles son esas características o propiedades que se esperan de la “buena literatura española”; jerarquización de valores literarios en dicotomías (española/foránea, buena/mala, esencial/ superficial, intelectual/sentimental) que responden a su vez, como observó Hélène Cixous (en Moi 114–15), a la oposición subyacente al pensamiento hegemónico occidental entre masculino/femenino , hombre/mujer. En segundo lugar, me propongo analizar las instancias sintomáticas de disrupción y asimilación que produce la presencia “ilógica” de Emilia Pardo Bazán en una literatura nacional que se quiere “varonil,” y cuyos valores, como veremos, la propia autora suscribe al tiempo que los subvierte ya con su mera adhesión y presencia. En...

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