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1 Introducción El siglo XVI era un tiempo de indeterminación genérica en el desarrollo de la narración autorreferencial a la que después de las Confesiones de Rousseau llamamos autobiografía. Es exac­ tamente este período el que me propongo estudiar. El uso de la palabra autobiografía, entonces, resulta problemático cuando refiere a obras compuestas en este siglo, pero la utilizaré con frecuencia, aunque solo sea por comodidad. Una perspectiva historicista podría llevarme a elegir igualmente el término vida o vita; pero hay que recordar que en esa época vida se refiere tanto a biografía como a lo que hoy llamamos autobiografía. Con todo, lo que pretendo hacer es discutir en cada caso que estudiaré cuál sea la etiqueta más conveniente. Después de todo, no pretendo imponer una concepción actual de la autobiografía a textos escritos hace siglos; lo que quiero es reconstruir contex­ tos de producción y recepción y, en función de ellos, proponer la clasificación o descripción que favorezca la mejor compren­ sión de cada texto estudiado. Tomo a don Alonso Enríquez de Guzmán como una figura central en mi estudio porque en él se conjugan las tendencias que aprecio en algunos antecedentes. Cuando considero todos los casos estudiados, puedo formular una tesis de trabajo en los siguientes términos. Toda narración de una trayectoria vital se apoya en modelos concretos, ficticios o no, que el auditorio potencial de esas narraciones había consagrado por distintos motivos. Veamos ahora quién es Enríquez de Guzmán. El soldado aventurero español Alonso Enríquez de Guzmán vivió durante la primera mitad del siglo XVI.1 Sabemos que es natural de Sevilla, pero sus fechas de nacimiento y muerte son un enigma. Nació entre 1499 y 1501 y desapareció en Alemania sin dejar rastro hacia 1547. Como se ve en sus apellidos, era de 2 Introducción ascendencia noble; sin embargo, pertenecía a una rama empo­ brecida de la familia. Sabemos que estuvo en Sicilia, Nápoles, Alemania, Flandes, las Islas Baleares, el Caribe, México y el Perú. De él nos ha quedado, además de unos versos, un curioso Libro de la vida y costumbres de Alonso Enríquez de Guzmán, caballero noble desbaratado. En 1518 o 1519 sale de su hogar en Sevilla con destino a Barcelona, donde se encontraba el rey. Luego de un intento fallido de unirse a la corte, se enlistó en 1519 como soldado en la expedición de los Gelves a las órdenes de Hugo de Moncada. En 1520, gracias al duque de Alba, consiguió “un asiento de contino en la Casa Real y la promesa del hábito de la Orden de Santiago.” En 1521 peleó en la batalla de Valenciennes contra Francisco I al lado de Carlos V, pero una riña le hizo perder el favor conquistado a raíz de lo cual en 1522 quedó vacante su puesto en la corte y se revocó la promesa del hábito. En 1523 sirvió al rey en Palma de Mallorca e Ibiza. En 1524 regresó a Sevilla y a raíz de otra riña sufrió encierro en las Atarazanas. No por mucho tiempo, porque este mismo año pasó por Valladolid, donde unos informes favorables de su actuación en Ibiza le per­ mitieron ser nombrado gentilhombre de la Casa Real. Empezó así su vida de cortesano. Una de sus tareas más importantes fue llevar a Portugal la noticia de la captura de Francisco I en 1525. Finalmente en 1528 consiguió el ansiado hábito de la Orden de Santiago, que más tarde le abriría muchas puertas a su paso por el Nuevo Mundo. Entre 1529 y 1534 protagonizó tantas riñas en Madrid y Sevilla que su situación se hizo prácticamente in­ sostenible. Enfrentado a enemigos más poderosos que él, no en­ contró otro camino que alejarse; a lo que se vio forzado porque uno de sus rivales de más poder, el conde Hernando deAndrada, asistente de Sevilla, lo desterró de esta ciudad. En estas difíciles circunstancias don Alonso tuvo que escoger entre dos posibilidades: la primera era ir a Nápoles, donde Pedro de Toledo, a quien conocía, era virrey, y donde ciertamente se necesitaba a hombres con su experiencia. La segunda, pasar a América, por la...

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