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Introducción 1. Este compendio de la vida de Enríquez de Guzmán está basado en el ensayo biográfico que acompaña la edición crítica de Hayward Keniston, así como en la información que el autor da de sí mismo. A menos que se indique lo contrario, todas las referencias a Keniston remiten a esa edición. 2. Quien entraba al mundo de la imprenta debía estar familiarizado con su tecnología así como con su potencial comercial (Eisenstein 112–13). El noble debía sentirse más cómodo en su papel de mecenas. 3. Lo que entiendo por autobiografía está fuertemente influido por Gusdorf (ver al final Fuentes citadas) y su idea de que en la narración autobiográfica hay una finalidad que le da coherencia al conjunto. 4. Nicolás Juan Bautista Monardes. Ver el capítulo 3. 5. Fuera del contexto hispano, Greenblatt ofrece un estudio inspirador sobre el cultivo de la imagen en la época que me interesa. En Renaissance Self-Fashioning Greenblatt nos recuerda que en el siglo XVI hay una creciente autoconciencia de que la identidad es un proceso manipulable y hasta artístico (2). Enríquez de Guzmán se constituye en una ilustración perfecta de las tesis defendidas en este libro porque en él la representación adquiere un lugar central tanto en la vida social como en la escritura. Capítulo uno La tradición autobiográfica española: Desde doña Leonor López de Córdoba hasta Diego Galán 1. Sánchez Alonso (1: 352), Ayerbe-Chaux (“Las memorias” 11) y Deyermond (“Spain’s” 31) señalan diciembre de 1362 o enero de 1363. Hay consenso en la crítica en el año 1363. De esta opinión son Amanda Curry (38), Carmen Juan Lovera (260) y Frieden (118), entre otros. Sin embargo, la edición del Cancionero de Baena de Brian Dutton y Joaquín González Cuenca da como fechas 1357–1430 (628; Frieden 117). Por su parte, María Jesús Lacarra refiere a un testamento dictado el 6 de febrero de 1428 (732). Para información reciente sobre el entorno familiar de doña Leonor, consultar el libro de José Carrillo de Albornoz Fábregas. 2. Este es el contexto histórico tal como nos lo ofrece Valdeón Baruque : “Una serie de focos adictos a la causa del legitimismo subsistían en Castilla [después del asesinato del rey Pedro I]. En el centro de la Meseta la ciudad de Toledo resistía, a pesar de que la escasez de alimentos haría muy dura la vida en su interior. Los restantes núcleos de resistencia al Trastámara se encontraban situados en las regiones periféricas de Castilla. Al sur los partidarios del rey legítimo se encerraron en Carmona al mando de Martín López de Córdoba, maestre de Calatrava por don Pedro. El rey asesinado había escogido aquella villa andaluza como lugar de refugio, Notas 169 170 llevando allí a sus hijos y su tesoro. Amparados en unas excelentes fortificaciones y poseedores de una moral combativa muy alta los refugiados de Carmona resistirían los asedios de las tropas enriquistas durante dos años. Pero es evidente que, pese al peligro que entrañaba para el nuevo régimen este grupo de rebeldes andaluces, se trataba de un foco aislado” (205–06). Sobre la selección de Carmona como fortaleza, ver la Crónica de Pero López de Ayala, año IV de Enrique, capítulo 2 (2: 269). Sobre el episodio más importante de la defensa de Carmona, ver en la misma el año VI del reinado de Enrique, capítulo 1 (2: 315–16). Mis citas de la crónica de Ayala las hago según la estupenda edición de Orduna que ha rescatado la concepción particular –una crónica para dos reyes– con la que Ayala da cuenta de años especialmente difíciles. Es la Crónica del rey don Pedro y del rey don Enrique, su hermano, hijos del rey don Alfonso onceno. En lo que sigue la llamaré Crónica. 3. Las crónicas nos dicen que el maestre puso a salvo a dos hijos bastardos de Pedro I. Doña Constanza, hija de Pedro I y madre de Catalina de Lancaster, se encontraba en otro lugar (a saber, Bayona) durante el cerco de Carmona...

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