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95 Capítulo seis Conclusión Los textos Todo lo analizado anteriormente afecta el contenido verbal de cada obra y la definición precisa de su texto. Lo textual ha servido para identificar la fuente de la versión de la primera edici ón de los Sueños, y lo literario para esbozar la ideología social, religiosa y moral del editor, su entendimiento de la sátira de Quevedo, su habilidad literaria para enmendarla y sus prop ósitos editoriales. En la versión de la primera edición, la fuente de cada uno de los sueños menos la del Alguacil se halla en un grupo singular de manuscritos. Sin embargo, en cada caso tanto éstos como sus respectivos arquetipos acusan múltiples defectos textuales, algunos de ellos graves, ya que incluyen la manipulación del texto, a plena conciencia, por motivos bien estilísticos, sociales , morales, políticos o religiosos. Es decir que el texto de la primera edición sufrió en cuatro sueños dos etapas de corrupci ón: la primera a manos de los correctores de los arquetipos, y la segunda a manos del editor del impreso, quien aumentó notablemente los estragos que habían iniciado los correctores, obrando también a plena conciencia. Las aportaciones del editor al texto nos revelan la responsabilidad y el miedo que sent ía frente a la censura eclesiástica, y máxime teniendo a mano unos textos satíricos de Quevedo, autor muy popular y tan hostigado como temido. Por la falta de coincidencias significativas en las variantes del impreso y de los manuscritos del Alguacil, me ha sido imposible identificar entre ellos ninguno relacionado con el impreso, de manera que en este caso no se conoce sino la última etapa de corrupción (la del editor, mucho más severa que la de los manuscritos). 96 Capítulo seis Tanto los correctores de los manuscritos como el editor tenían cierta habilidad para efectuar en el texto centenares de alteraciones dictadas por sus criterios literarios, sociales y morales, ajenos casi todos a los de los manuscritos más fidedignos. Sin embargo, tenían una visión miope de la estructura y el sentido de estas obras y un entendimiento muy literal de la sátira sumamente alusiva y elíptica de Quevedo. El editor en particular a veces no entendía bien la sintaxis del autor, o intentaba corregir palabras o frases que no eran errores, o en ocasiones utilizaba de manera descuidada las preposiciones, conjunciones, artículos definidos, pronombres personales y reflexivos.1 Tampoco vacilaba de vez en cuando en cargar la sátira con cláusulas u oraciones que comparten unas y otras varios rasgos poco característicos de Quevedo, como por ejemplo la divagación, la disociación, la interrupción, la repetición, el empleo de clichés y frases hechas (sin satirizarlas como lo hacía Quevedo) y el impulso de aclarar innecesariamente las alusiones y las elipsis.2 Ni qué decir tiene que el resultado es un texto impreso cuyo carácter queda bastante lejos de lo que nos atestiguan los manuscritos más fidedignos. El texto más auténtico de cada uno de los cinco sueños se halla en uno o más de dichos manuscritos , que acusan muy pocos errores y ninguna huella de una revisión posterior a la composición original.3 Para evaluar las deficiencias de la primera edición es necesario poner al descubierto la frecuencia de las alteraciones en su versión de los Sueños (solamente así se puede entender la importancia de los datos). Si se saca la cuenta de las alteraciones del editor de acuerdo con el número de palabras individuales afectadas por las interpolaciones, supresiones, transposiciones, errores e inversiones del orden original, resulta que del total de unas 4.200 palabras en el Juicio, la actividad del editor y del corrector del arquetipo afectó a unas 881, cifra que representa el 21 por ciento de las palabras de la obra. Es decir que de diez palabras que hoy se citan de la primera edición, a lo mejor dos pertenecen a una de dos personas que no entendían bien la sátira de Quevedo. De las palabras afectadas, muchas representan lo mejor de la sátira de la obra. Son casi idénticas las cifras correspondientes del Alguacil (4.400 y 837, es decir, el 19 por ciento). De acuerdo...

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