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xix Presentación En 1521, los señores indígenas de Tlaxcala y sus aliadosenelMéxicocentralreclutaronunenorme ejércitoparadestruirelestadomexica(azteca)centrado en Tenochtitlan-Tlatelolco. En su lugar, permitieron a sus recién llegados aliados europeos, dirigidos por FernandoCortés,sustituirloporunmonarcaquenadie había visto, una nueva religión estatal que la mayoría consideró como una adición tolerable a sus propios dioses locales, y un conjunto de reglas sobre conducta individual y derechos de propiedad que inicialmente descansóenelpropiocódigomoralylegalindígena.No pudieron haber previsto las catastróficas epidemias, los convulsiones sociales y políticas y las transformaciones económicas que pronto les sobrevinieron. Al fin del siglo XVI, la población indígena ya había bajado de más de diez millones de personas a menos de un millón. La nobleza indígena virtualmente desapareci ó a causa de las muertes, asimilación o desplazamiento . En la colonia castellana de Nueva España se habían adoptado las tecnologías y organización del Mundo Viejo para producir azúcar y trigo, criar ganado ovino, bovino y equino, y exportar inmensas cantidades de plata desde profundas minas en la tierra. Para entonces, la política española de “congregación” o “reducción” ya imponía a los campesinos indígenas de pueblos despoblados el unirse en poblados mayores, abandonando tierras por mucho tiempo consideradas sagradas. En el siglo siguiente, la política de “composici ón” permitió que los colonos españoles recibieran los títulos a estas tierras abandonadas. El Mapa de Cuauhtinchan núm. 2 pertenece a una época de quizá cinco décadas entre la “conquista” a partir de 1520 y el orden colonial maduro que surgió después de las últimas epidemias demoledoras de los años 70 y 80. Durante este “periodo intermedio,” las formas indígenas de lengua, liderazgo, mitología, estructura social, derechos de propiedad y normas legales fueron objeto de una lucha por adaptarse y sobrevivir. Estas luchas produjeron una explosión de inspiración y creatividad extraordinaria, todav ía evidente en las fachadas de piedra de un montón de iglesias católicas del siglo XVI en donde artesanos indígenas incorporaron imágenes de plantas y animales cargadas de sentido religioso que adornaban templos antes de la conquista. Al mismo tiempo que los españoles destruían los templos antiguos y permit ían imágenes indígenas en iglesias cristianas, quemaban muchos códices prehispánicos, aunque a partir de la Segunda Audiencia (1531–35), concedían reconocimiento legal a los documentos indígenas hechos después de la conquista. Muchos de estos documentos , como el Mapa de Cuauhtinchan núm. 2, eran producidos por especialistas a las órdenes de señores y comunidades locales como pruebas en apoyo de reclamaciones de tierras en disputa y para otros usos como mantener vivas las tradiciones de los mitos e historia indígenas. Otros documentos se producían a petición de las autoridades civiles interesadas en busca de impuestos, tributos y datos geográficos o por las ordenes religiosas para averiguar sobre la religión y costumbres prehispánicas. Cualquiera fuera el motivo en última instancia, el Mapa de Cuauhtinchan núm. 2 presenta una narrativa muy detallada de cómo varios grupos étnicos Cambridge, Massachusetts, diciembre de 2006 xx presentación llegaron a asentarse en Cuauhtinchan. El objetivo de este volumen es explorar esta narrativa para descubrir parte de lo revela sobre la gente indígena de Cuauhtinchan y su historia imaginada, lo que recordaban de su pasado prehispánico, y cómo entendían las creencias y prácticas religiosas de sus ancestros. Aunque se usó probablemente en litigios, sabían tanto los líderes que encargaron el mapa como los artesanos que lo produjeron que el valor del documento en ese contexto dependería críticamente en su credibilidad , o sea, qué tan bien contara la historia, qué tan bien representara hechos “conocidos” sobre el pasado prehispánico, y qué tan cuidosa y convincentemente se pudiera asociar estos hechos con reclamaciones concretas. Su utilidad legal dependía de su presunta autenticidad cultural. La visión y la generosidad de Ángeles Espinosa Yglesias condujeron a los esfuerzos, encarnados en este volumen, para preservar y restaurar el Mapa de Cuauhtinchan núm. 2 y hacerlo disponible a especialistas para investigaciones académicas a fondo gracias a los buenos oficios del David Rockefeller Center for Latin American Studies en Harvard University. La Sra. Espinosa Yglesias adquirió el mapa, reconoció su...

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