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Reviewed by:
  • Royal Favouritism and the Governing Elite of the Spanish Monarchy, 1640–1665 by Alistair Malcolm
  • Antonio Feros
Alistair Malcolm. Royal Favouritism and the Governing Elite of the Spanish Monarchy, 1640–1665 OXFORD UP, 2017. 305 PP.

LA BÚSQUEDA BIBLIOGRÁFICA DE ESTUDIOS sobre Don Luis de Haro, uno de los políticos más importantes del siglo XVII, deja pocos resultados: un libro de ensayos editado por Rafael Valladares, un estudioso quien al parecer está preparando una biografía de Haro, y unos pocos artículos, algunos de ellos escritos por el mismo Valladares o por Alistair Malcolm. Poca cosecha para un aristócrata y servidor real que en su época tuvo gran influencia. Además de caballerizo mayor del rey desde 1648, Haro fue el principal ministro o favorito de Felipe IV, desde finales de la década de 1640 hasta su muerte en 1661. Haro también destacó como principal negociador de la paz con Francia, de la que resultaría el Tratado de los Pirineos en 1659 (el tratado que finalizaría la Guerra de los Treinta Años), y como líder militar del ejército real en lucha contra los rebeldes catalanes, que concluyó en la toma de Barcelona en 1652, o contra los rebeldes portugueses, aunque en este caso sus actividades se saldarían con la derrota del ejército real en Elvas (1659) y la consiguiente consolidación definitiva de la restauración portuguesa iniciada en 1640.

Dado su protagonismo político y social en su tiempo, es ciertamente de extrañar la falta de interés por parte de los historiadores. Se podría explicar por razones externas al personaje: la privanza de Haro vino después del desastroso fin de la privanza de Olivares en 1643, y debemos recordar que Haro era sobrino del odiado favorito. Uno también tiene la sensación de que muchos historiadores aceptaron como incuestionables las explicaciones que el monarca dio sobre la que habría de ser su forma de gobierno después de la caída de Olivares. Una vez éste fue exilado a Toro, el monarca públicamente declaró que desde esos momentos iba a gobernar solo, sin depender de favoritos. Para los historiadores, el exilio (1643) y la muerte (1645) de Olivares parecían marcar no solo el fin de poderosos favoritos, sino también el fin de un régimen—el del valimiento—que solo parecía haber aportado crisis, egoísmo, corrupción y ansias de grandeza personal. ¿Por qué entonces estudiar a una figura como Haro, si ya conocíamos las historias del Duque de [End Page 145] Lerma, el favorito de Felipe III, o las del Conde Duque de Olivares? En otras palabras, nada parecía haber en la historia de Haro, considerado siempre como un personaje menor, que nos permitiese cambiar nuestra visión del reinado de Felipe IV, sobre todo de su segunda mitad, un periodo que los historiadores tienden a ver como el comienzo del fin de la monarquía hispana como fuerza hegemónica mundial.

Las sorpresas aparecen cuando historiadores inteligentes como Alistair Malcolm deciden adentrarse en un periodo y un personaje que a primera vista parecen hoscos, difíciles y deprimentes. El primer resultado de este adentramiento en la historia de la monarquía en las difíciles décadas de 1640 a 1665 es la demostración de que no hay periodos menores ni actores políticos desdeñables. La monarquía que comenzó a dirigir Felipe IV después de la caída de Olivares era una en crisis, envuelta en una guerra civil dentro de la península, entre aquellos que habían sido sus súbditos hasta 1640—catalanes y portugueses—y el resto de los súbditos, pero también en un conflicto internacional con Francia, que reemplazará a España como el superpoder europeo en este periodo. Lo que Malcolm demuestra, sin embargo, es que en esas fechas el destino de la monarquía no estaba ya totalmente fijado. Las hostilidades estaban abiertas, no solo en los campos de batalla, sino también en los vericuetos de la Corte donde distintas facciones, poderosos ministros...

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